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La erosión del profesorado

John Vo Medina. Palma.

El primer día de clase después de las vacaciones de Navidad siempre hay un tema que monopoliza todas las conservaciones de grandes y pequeños; y es qué nos han traído los Reyes Magos como regalo. Entre mantas para no pasar frío con las ventanas abiertas en clase, y portátiles nuevos para poder ejercer la docencia si nos vuelven a confinar, los docentes hemos tenido bastantes regalos. 

El primer regalo lo concede la Conselleria d’Educació a los equipos directivos, regalándoles dosis de adrenalina al comunicarles el 5 de septiembre - a menos de una semana de que empezaran las clases - cambios sobre el escenario de la semipresencialidad, obligándoles a rehacer horarios, asignación de aulas y profesorado, y otros aspectos del plan de contingencia. 

El segundo regalo nos lo ha concedido el Govern de les Illes Balears al conjunto de todos los funcionarios docentes (junto al gremio de sanitarios y de atención pública domiciliaria), publicando el pasado 5 de enero un BOIB en el que nos regalan una disminución de sueldo en el complemento de comunidad autónoma (aproximadamente 260 euros anuales menos); para compensar así la subida obligatoria del 2% en los conceptos de sueldo base y trienios que el Gobierno de España aprobó el pasado año. Esperemos que el ahorro sirva para mejorar la infraestructura tecnológica de los centros educativos.

El tercer regalo lo concede la Universitat de les Illes Balears a todo el profesorado que impartimos docencia en el nivel de segundo de bachillerato. Este regalo consiste en una máscara (que no mascarilla) de payaso que nos ponemos cuando nuestro alumnado nos pregunta si sabemos ya cómo van a ser los exámenes de la PBAU (antigua selectividad) de este año y si nos va a dar tiempo a ver todos los contenidos que figuran (actualmente) en el temario de susodicho examen. Las coordinaciones de al menos 10 asignaturas todavía no han tenido tiempo de tomar decisiones (con la connivencia de la Conselleria) en cuanto a las características del correspondiente examen, obligándonos al profesorado a hacer malabares con el temario trabajando sobre conjeturas y supuestos, sumado a la difícil situación de desasosiego que vivimos junto a nuestro alumnado. 

Debe de ser que nos hemos portado bastante mal y nos han querido castigar por ello; aunque si por mí fuera, el año que viene prefiero carbón. 

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