Desafortunadamente tenemos la sociedad que nos merecemos y no es otra porque sencillamente no podemos cosechar lo que no hemos sembrado. Desde hace tiempo a nuestros estudiantes les hemos ido empujando al abismo de la superficialidad, del consumismo y de la cultura del ocio. Quizá conscientemente, hemos relegado la cuestión de su escala de valores al modelo social de turno; y desafortunadamente los modelos sociales de nuestro tiempo no son precisamente libre pensadores o gente que aporte profundidad, juicio crítico o una visión alternativa, ni mucho menos comprometida con un cambio real de las estructuras sociales injustas. Eso se quedó en cosas de otra época.
Si un educador de hace cien años pudiera echar una mirada a nuestro sistema educativo actual, desafortunadamente se encontraría con lo mismo, excepto que han ido desapareciendo las asignaturas que despertaban las conciencias de los jóvenes; que les recordaban las preguntas fundamentales y les llevaban a tener un juicio crítico y una mirada amplia sobre posibles nuevos mundos. Desterrando asignaturas como Filosofía, Ética o Religión; la única salida que les dejamos es que todo esto lo busquen fuera de las aulas. En las redes encontrarán influencers que les enseñarán sus propios gustos, sin la necesidad de pensar.
