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Opinión | Desperfectos

De Jordi a Sílvia

Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana.

Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana. / EP

La ruptura radical que pretendía el procés ha debilitado mucho las estrategias del posibilismo político, como el nacionalismo procesista acabó con la noción de catalanismo clásico. Los cambios posprocés revelan una sociedad desconcertada, sin líderes ni objetivos claros, propensa o bien a los extremos o bien a mirar para otro lado y olvidarse de todo.

No faltan conciliábulos en los que se divaga en minoría sobre la reconstrucción del catalanismo conservador, por contraste aparatoso con la recepción de los vídeos de Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana, en YouTube. La autodestrucción nacionalista, con Puigdemont en Waterloo, ha trastocado a fondo el paisaje político de Catalunya.

Salvador Illa ha ocupado la plaza. Comenzó presentándose como tarradellista pero ya está imitando tácticas pujolistas. Conjugar tarradellismo con la sombra tripartita parece una empresa tan ardua como lo es aunar sanchismo con lo que representó Tarradellas. Illa es el sucesor de Pujol, en un panorama en el que ni existen Convergència ni Unió, mientras que Junts está siendo absorbido por Aliança Catalana y ERC quiere ser de izquierdas y de derechas a la vez.

Hegemónico durante largos años, Jordi Pujol acabó siendo Jordi en boca de muchos, como ahora Sílvia Orriols, en mucho menos tiempo, es Sílvia gracias a Instagram. Pujol creció electoralmente a expensas de la desintegración de la UCD de Adolfo Suárez y Orriols se alimenta de miles y miles de votos que creyeron en el procés.

Al menos en esta fase inicial el dispositivo nuclear de Aliança Catalana es el recelo ante la inmigración y no su crítica maximalista al procés. Sílvia Orriols -Sílvia- es ahora mismo una incógnita: ella considera que el procés debiera haber sido llevado totalmente a la práctica, pero eso contrasta espectacularmente con el hecho de que el único poder de Junts sean ahora mismo sus siete escaños en el Congreso, a manera de buque fantasma.

En zonas que están en el umbral de la saturación inmigratoria -o que ya lo han traspasado- unas elecciones municipales darían un resultado favorable a Aliança y también a Vox, mientras que el constitucionalismo denota falta de concreción estratégica. Ahí tienen los votos que fueron de Ciutadans, sin ilusión y en buena parte polarizados. Aunque de forma efímera, si algo logró el nacionalismo fue que cundiera la falacia de que los partidos que representan a toda España no estaban capacitados para defender los intereses reales de Catalunya.

Entre Jordi y Sílvia queda Salvador Illa. Causa perplejidad que esté tan aplicado en responder a las interpelaciones de Orriols en el Parlament: eso ha puesto a la líder de Aliança en primera fila. Una cosa es la cortesía parlamentaria y otra marcar el terreno.

Se ha visto en casi toda Europa aunque, más recientemente, el centroderecha recupera parcelas del gran territorio que tuvo en otros tiempos.

a sombra de Trump es alargada pero no eterna. Todavía hay margen para la moderación razonable, incluso en la Catalunya posprocés y en la España sanchista.

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