Opinión | Editorial

Paz social en hostelería, con asignaturas pendientes

Paz social en hostelería, con asignaturas pendientes

Paz social en hostelería, con asignaturas pendientes

El acuerdo alcanzado entre la Federación Hotelera de Mallorca, liderada por Javier Vich, y la Federación de Servicios de UGT, encabezada por José García Relucio, ha desactivado la convocatoria de una huelga en plena temporada turística que tenía en vilo a sectores políticos y económicos más allá de nuestras fronteras. Ambas partes han rebajado sus aspiraciones de partida hasta encontrar el punto medio de una subida global del 13,5% que garantiza paz social para los próximos tres años en el sector motor de la economía que emplea a más de 180.000 personas. Tras cinco meses de intensa negociación y algún que otro golpe de efecto, como el abandono de la mesa por parte de UGT y la amenaza de tomar el aeropuerto, se ha logrado la paz social, pero quedan asignaturas pendientes de resolver. Hay un malestar de fondo persistente que viene de tiempo atrás y que ha aflorado de nuevo en esta negociación. Los empresarios de la restauración y de salas de fiesta consideran que sus establecimientos no tienen una rentabilidad comparable a la de los alojamientos, que han experimentado importantes subidas y restan capacidad adquisitiva a los visitantes para la oferta complementaria. Recriminan a los hoteleros haber cedido demasiado y se niegan a firmar el documento, por más que sea de obligado cumplimiento para todos. Por la parte sindical, CCOO se siente relegada a papel de comparsa de UGT. En la agenda de todos quedan asuntos de calado a los que poner letra pequeña: desde el reparto de cargas laborales, a la reducción de jornada o la prolongación garantizada del periodo de fijos discontinuos, entre otros.

La hostelería en Balears ha acumulado un incremento salarial del 25,5% en los seis últimos años, al que sumará un 13,5% durante el próximo trienio (a razón de 6%, 4% y 3,5% cada ejercicio). El salario bruto mensual de la mayoría de trabajadores del sector queda para este año en curso en 1.725,12 euros (14 pagas) a las que hay que añadir 135,9 euros más en doce pagas por el plus de desplazamiento, y en algunos casos la nocturnidad. Categorías inferiores quedan por encima de los 1.600 euros y los puestos de más responsabilidad superan ligeramente los 2.000. Al acabar el trienio que abarca el convenio pactado, el sueldo mensual bruto más bajo, que perciben limpiadoras y pinches en Balears, será de 1.670 euros, más el plus de desplazamiento actualizado en 146. Son las mejores condiciones de la hostelería en España, aunque la carestía de la vida en las islas, especialmente de la vivienda, deja poco margen, ya no para permitirse alegrías, simplemente para vivir con un mínimo de dignidad. No hay subida salarial razonable que solvente ese drama. Es la paradoja del modelo balear: la economía se dispara con un cierre del primer trimestre del año que presenta un crecimiento del 3,4%, el doble que la media europea, se genera empleo y el paro es técnico, pero el gran segmento de la clase media transita hacia la exclusión por la crisis habitacional. Todo ello en un territorio, cuya capital acumula 15.000 anuncios de pisos turísticos ilegales, según estimaciones del alcalde Jaime Martínez. Antes de ocupar el suelo rústico para construir viviendas, como propugna el Govern, hay que abordar la desokupación de los piratas y su tránsito al mercado inmobiliario convencional.

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