Opinión

«Son Sant Joan, infierno», 253 mil páginas

Si buscamos en Google las palabras «Mallorca, airport, hell», el motor suministra obediente 253.000 páginas sobre la condición infernal del aeropuerto mallorquín. No caben más comentarios, y por supuesto que gran parte de los documentos amontonados son hojarasca, pero cualquier persona física o jurídica con estos índices confesaría un grave problema de imagen.

Por desgracia, las decisiones de mayor impacto de Son Sant Joan son adoptadas según su dirección por el último empleado con salario mínimo de una subcontrata, por lo que ningún caos puede descartarse. Busquen «Mallorca, airport, chaos». La explotación en sentido literal del aeropuerto transforma cada incidencia en catástrofe, que sus gestores pretenden disimular ocultando la cifra real de vuelos cancelados a raíz de la huelga de controladores franceses.

Son Sant Joan estalla semanalmente porque opera sin el margen de seguridad que se autoimponen las empresas serias. Funciona al límite, reabriendo los expendedores de cocacolas al minuto siguiente del derrumbe en las inmediaciones. Cómo será, que hasta Prohens ha interrumpido su pase de modelos para escandalizarse, aunque solo después de cerciorarse de que también carece de competencia alguna en el aeropuerto.

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