Opinión | En aquel tiempo

Así están las cosas

La conspiración llevaba tiempo actuando en la sombra, pero desconocíamos su verdadera naturaleza y su ilimitada ambición. Y de pronto, una acción realizada legalmente por la UCO hace saltar por los aires los secretos de un tal Santos Cerdán, a la sazón Secretario de Organización del PSOE, y el castillo de naipes se ha venido abajo. Resulta que también este señor formaba parte del «grupo de coacción» socialista, junto a los ya conocidos Koldo, Ábalos y una serie de adláteres más o menos conocidos… pero cuyos nombres acabaremos conociendo muy pronto. Tantos años de honradez venidos abajo como precio excelente de la verdad descubierta. Pero el asunto no queda ahí. En absoluto.

Mientras el Presidente del Gobierno de España pedía perdón por tanta basura, nos preguntábamos como era posible que en una formación tan vertical como él socialismo a la española, eso que se ha dado en designar como «sanchismo», su líder máximo y casi único, el citado Presidente, desconociera absolutamente los manejos corruptos de ese eficaz «grupo de coacción» que consiguió transformar de golpe y porrazo nuestra vida sociopolítica en favor de ese mismo señor. ¿Es posible que una persona que domina con mano de hierro su propio partido desconociera absolutamente a la corrupción que le aupó y le ha sostenido año tras año? Desde mi punto de vista, resulta imposible, lo que agrava de raíz el ascenso meteórico de Pedro Sánchez al poder español.

En estas estábamos, cuando nuestro hombre dedica un fin de semana a reconsiderar la situación, y decide quitarse de encima a sus dos ex Secretarios Generales, como es lógico, y dejar el debate ideológico y estructural para julio, cuando el Partido se reúna y decida lo mejor para su futuro, lo que, hoy por hoy, no deja de ser un serio interrogante. Porque las voces críticas socialistas, que después de lo sucedido son bastantes, y nada digamos de sus socios parlamentarios, no se conformarán con soluciones precarias, entre ellas, qué hacer con la persona de su líder, tan tocado tras los escándalos recientes. Sabiendo que estos días, entre la enorme sorpresa y la reunión proyectada, serán de enorme importancia para el futuro del socialismo español. Toda vez que Sánchez dejó en el alero las convicciones socialdemócratas para entregarse en cuerpo y alma a una especie de «nueva doctrina» que amparaba su liderazgo único y le presentaba como «necesario» para este momento español. Porque, de lo contrario, «llegará al poder la ultraderecha», que demolerá tantas cuestiones conseguidas durante estos años. Es el referente continuamente repetido para justificarlo todo en todo momento. He aquí la poderosa trampa en que se esconde una ambición cada vez más evidente. Es decir, una gravísima excusa democrática.

Uno piensa que el Socialismo español, que es fundamental para nuestra democracia en cuanto tal, tiene la oportunidad de preguntarse de verdad cuál es su naturaleza y los principios que debe respetar para no perder su identidad. Hay, pues, que esperar un debate transparente y pluralista que, sin romper el Partido, sea capaz de interrogarse por su líder máximo tras siete años de omnipotencia política. Y tengo la sensación de que un sector socialista tan crítico con Sánchez será capaz de poner sobre el tapete soluciones objetivas en un momento de tantísima trascendencia para el conjunto de los españoles. Si bien me pregunto por la capacidad del grupo para enfrentar una situación tan comprometida.

En ocasiones, una persona que ha sido necesaria para determinados proyectos, hasta el punto de personalizarlos, tiene que retirarse para que esos mismos proyectos tengan continuidad. Otra cuestión es si tales proyectos son positivos o no para esa ciudadanía estupefacta ante los modelos de corrupción ofrecidos. Desconozco cual sea su nivel de compromiso ético con sus propios principios identitarios. Por esta razón, insisto en que estos días previos a la magna reunión de julio, serán fundamentales para preparar el pluralismo oportuno y necesario que llevar a la discusión.

Así están las cosas: que a todos afectan.

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