Opinión | Análisis

Mentir en el Senado es lo menos grave que hizo Armengol, por Matías Vallés

Francina Armengol durante su comparecencia en el Senado.

Francina Armengol durante su comparecencia en el Senado. / EFE

La inhibición o complacencia del PSOE con su corrupción obliga a prestar atención a «pseudomedios», «grupúsculos de ultraderecha» o al propio Víctor de Aldama. La querella de Hazte Oír contra Francina Armengol se equivoca en un contenido sobre la mendacidad que hace inverosímil su encaje en el Supremo, pero acierta al otorgar a la presidenta del Congreso el papel central que le corresponde en el ‘caso Koldo’.

Mentir ante el Senado por duplicado sin pestañear es lo menos grave que hizo Armengol, en favor de los corruptos de su partido. Antes les había entregado millones de euros públicos, a cambio de entregas tan fraudulentas que el propio Ábalos reconoció que la comunidad balear había sido «estafada». Salvo que la entonces presidenta del Govern no consideró oportuna una reclamación durante tres años. Al revés, volvió a otorgar contratos millonarios redoblados a la trama, retorciendo para ello la legislación y respondiendo con un feminista «Súper» al Koldo que la trataba de «Cariño». En fin, hasta la querella de Hazte Oír se escandaliza del emoticono con besos y corazones incluidos que la líder socialista enviaba a su desconocido Aldama, mientras lo tuteaba y le pedía consejo con enternecedora complicidad. Por tanto, la querellada de Hazte Oír celebraría que su participación se circunscribiera a una falsedad imperdonable ante una comisión de investigación.

Así en Santos Cerdán como en Armengol sorprende la frialdad calculadora, la seguridad cerebral con la que adornan sus millonarias mentiras. La expresidenta de Balears es el alto cargo socialista más implicado en oscuras transacciones con la trama de Koldo, aunque seguida a escasa distancia por el ministro canario Ángel Víctor Torres y su memorable carta de entrega rendida a los designios de los corruptos.

Para Armengol ante el Senado, no es sí. La trascendencia política de esta mentira de Armengol no se compadece con la relevancia penal, aunque esté contemplada en los códigos. La colaboración entusiasta con Koldo/Ábalos/Aldama supera cualquier exceso verbal, y obliga a preguntarse si el PSOE volverá a ensayar la táctica Santos Cerdán, una defensa más numantina que hercúlea de su dama.

A falta de saber qué mentira ideará Armengol para alegar que no entendió la pregunta en el Senado, la presidenta del Congreso está tan asediada que el viernes se equivocó clamorosamente al admitir a regañadientes y a través de sus portavoces una reunión con la «comitiva» de Air Europa, que casi convierte en un multitudinario banquete de bodas en la sede del Govern. La querella atina al demandar los detalles de un encuentro probablemente inventado, porque los portavoces ignoran incluso que Aldama no tiene nada que ver con la familia Hidalgo en las figuras de Pepe o María José. Su vínculo exclusivo es con Javier Hidalgo, el contacto de Begoña Gómez curiosamente extirpado de la «comitiva» por los portavoces.

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