Opinión | Al azar

España es una Mafia para el PP

Ayuso y Feijóo.

Ayuso y Feijóo. / David Mudarra / PP.

La manifestación convocada en Madrid al grito de «Democracia o Mafia» exhibe un eslogan que se vuelve contra sus promotores, en especial por tratarse de una formación de estirpe liberalconservadora como el PP, con una larga ristra de vicepresidentes del Gobierno y de ministros presos. La matización «mafia socialista» desplegada en las pancartas simplemente asignaba una organización criminal peculiar a cada partido.

España es una Mafia para el PP, a falta de decidir si el funcionamiento criminal se extiende a las abundantes autonomías gobernadas por los populares. Al no pronunciar la palabra controvertida en su discurso, el huidizo Feijóo acentúa el tinte mafioso de la situación, la Mafia son los demás. Ayuso vuelve a abofetear a su líder en directo, desde la contundencia sin pruebas de que «eso se llama Mafia». Aparte de la perplejidad ante el protagonismo estelar de la presidenta madrileña mientras se oscurece a otros líderes provinciales, costaría convencer a un observador desenfadado de que Leire es peor que Gürtel.

La España del PP sería una Mafia de geometría variable, donde Junts/PNV sustentan una actividad criminal pero mañana pueden ser partidos sensatos, sin cambiar a un solo dirigente. En Estados Unidos, tanto Biden como Trump hubieran exculpado preventivamente a sus familiares y fiscales generales amenazados de imputación. En España, son llevados al banquillo por jueces de Instrucción, con el respaldo entusiasta del aparato policial del Estado/Gobierno. De hecho, Sánchez no puede presumir de encabezar los Gobiernos más corruptos de la historia, aunque sin duda han sido los más investigados, con las numerosas querellas frustradas a Podemos como ejemplo irrebatible. «Mafia o Democracia» invita a la interpretación perversa de que los populares confiesan su impotencia o incompetencia para conquistar el poder por los cauces burocráticos habituales. Escarmentado, el PP ha aprendido que no es tan fácil perder unas elecciones, y le gustaría soslayarlas. Feijóo se empeña en que le hagan todo el trabajo, una curiosa credencial para quien pretende asumir el poder ejecutivo.

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