Opinión | Al azar

Sánchez iguala el apagón con la dana

No es fácil ejercer de Pedro Sánchez, y los escollos que sortea obligan a concederle un margen de autonomía, aunque esté pagando la factura de su temeridad. El miércoles desembarcó en el Congreso acorralado por un apagón cuando menos sonrojante, y por su reconversión en señor de los ejércitos tras haber definido su propia mili como «una gran pérdida de tiempo». La sobrecarga de tensión le llevó a invocar al Ventorro para defender su gestión eléctrica. Es un error tan lamentable como haber citado desde la tribuna y sin posibilidad de réplica al hermano comisionista de Díaz Ayuso. La banalización del discurso no frivoliza a la cámara, sino que multiplica los flancos débiles del presidente del Gobierno.

Sánchez equipara la gestión política del apagón y de la dana, en una muestra del agobio que implica un cero eléctrico que no arranca de una catástrofe natural, y que no se explicará con un simple pajarillo enredado en un cable de alta tensión. Si ya era arriesgado transformar un ridículo internacional en un éxito de resiliencia, como intentó el presidente tras la desconexión en masa, medirse con Mazón es un apagón intelectual. Tampoco sirve de excusa que el desastre no sea aprovechado por el exaltado Feijóo, ni por un Abascal que llama «jeta» por primera vez en la historia a un gobernante, y que centra en ETA su denuncia eléctrica.

Con esta oposición, Sánchez no tiene más límites que los que se imponga a sí mismo, pero debería moderar su autosuficiencia. Por ejemplo y aprovechando la comparación presidencial, Beatriz Corredor está tan carbonizada como Mazón, y las cenizas de ambos salpican a sus respectivos jefes de filas. Mantener a la presidenta de Red Eléctrica es un insulto a las elementales normas de cortesía hacia los ciudadanos atrapados en trenes y carreteras. Además, la dilación sobre las explicaciones no aumenta la exigencia de exactitud, sino la tentación de manipular lo ocurrido. Es posible que Sánchez desconozca a estas horas las causas del apagón, pero ya sabe que no van a gustarle.

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