Opinión | Pensamientos

Bondad en la periferia

Son Roca nació como barriada para acoger a los emigrantes peninsulares que llegaron a Mallorca para buscar una vida más digna, coincidiendo con el ‘boom’ del turismo y la construcción

Juana Rodríguez y Maria Francisca Simonet recibieron el Premio Kalí de Naüm por su entrega para mejorar la vida de los vecinos del barrio de Son Roca

Juana Rodríguez y Maria Francisca Simonet recibieron el Premio Kalí de Naüm por su entrega para mejorar la vida de los vecinos del barrio de Son Roca

El otro día tuve la suerte de asistir a la entrega de la segunda edición de los Premis Kalí, que la organización no gubernamental mallorquina Naüm concede a mujeres supervivientes y luchadoras. Todo un ejemplo de bondad en la periferia.

Impactado todavía, quiero comentar muchas cosas. Espero no olvidarme de nada. Naüm es un centro socioeducativo que lucha por mejorar la calidad de vida y el nivel formativo del barrio de Son Roca, en el extrarradio de Palma. Son Roca, al igual que otras zonas de Ciutat, nació como barriada para acoger, en los años 60-70, a los emigrantes peninsulares que llegaron a Mallorca para buscar una vida más digna, coincidiendo con el boom del turismo y la construcción. Décadas después, la isla experimenta una segunda oleada de emigración, esta vez proveniente de África, Asia y Latinoamérica y más desamparada si cabe que la anterior. Naüm se creó en el año 2000 por empuje de Margalida Jordá y sus infatigables compañeras de las Germanes de la Caritat. Desde entonces ha acogido, atendido, asistido y ayudado a centenares de familias. Mujeres, niños y adolescentes han encontrado, y encuentran, un salvavidas desinteresado en esta Palma desconocida para los turistas. Y para muchos mallorquines acomodados.

Kalí significa, en la lengua calé de la cultura gitana, «mujer respetada, con experiencia y conocimientos». Mejor nombre imposible. Las premiadas fueron así un grupo de mujeres (usuarias o colaboradoras) que, gracias a la entidad y a su fuerza de voluntad, han sabido salir de distintos pozos vitales. En la mayoría de los casos profundas simas.

«Es un homenaje a aquellas mujeres que han superado obstáculos y desafíos»; «también pone en valor el esfuerzo, la resiliencia y el compromiso que han demostrado a lo largo de los años por alcanzar sus objetivos y transformar sus vidas y las de sus familias». El galardón era un humilde plato de cerámica: el barro como ejemplo de transformación y humanidad.

Algunas de las agasajadas, tímidas y emocionadas, agradecieron el gesto y el apoyo. Todas coincidieron en destacar sus fuertes lazos con Naüm y en ofrecer su ayuda «para lo que haga falta».

La presentadora, la periodista Mar Ferragut, nos contó realidades y sueños de estas personas. Una de ellas, muy joven, madre de un pequeño y nacida en el extranjero, se esfuerza por formarse para conseguir un mejor empleo. Amante de los animales, sueña con ser veterinaria. Lo logrará.

El pasado y el presente del barrio también tuvieron su reconocimiento, en las personas de Maria Francisca Simonet, una antigua trabajadora social y dinamizadora que se volcó en la zona e impulsó hitos como la primera guardería, el Club d’Esplai y el movimiento vecinal, y Juana Rodríguez, otra incansable técnica que desde 1990 se desvive por los que están fuera de juego. Ambas recibieron una mención especial por su trayectoria y ejemplo.

Ferragut comparó a Simonet con una de las protagonistas de El 47, la película que refleja la génesis, penurias y lucha de los vecinos de Torre Baró, en Barcelona. Simonet se solidarizó con aquellas desatendidas familias peninsulares, se volcó en mejorar sus duras condiciones de vida y les abrió la puerta a la cultura mallorquina. Ahí es nada.

Juana Rodríguez recogió el testigo. Desde los Servicios Sociales de Cort trabaja, de forma coordinada con Naüm, para ayudar a los nuevos palmesanos, llegados desde muy lejos.

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