Opinión | Tribuna
Carla Eymar de la Cruz
Las personas voluntarias, el corazón de la naturaleza
Vivimos en el siglo de la impaciencia y el interés, es raro y difícil encontrar a alguien que de manera desinteresada ceda parte de su tiempo o pertenencias personales a una causa u objetivo que no le repercute de forma directa en su vida, o sí… y esto se ha visto reflejado en el estado actual de degradación de la naturaleza. Es entonces cuando nos encontramos con «las personas voluntarias». La realidad es que no es algo tan difícil de encontrar, pues los datos de 2024 reflejan que aproximadamente un 10% de la población española o 4.200.000 españoles y españolas mayores de 14 años prestan su tiempo y esfuerzo de manera voluntaria (datos de la Plataforma de ONG de Acción Social).

Las personas voluntarias, el corazón de la naturaleza
Uno de los programas de voluntariado preferidos de este grupo de personas es sin duda el de la acción directa por la conservación de la naturaleza. La preocupación por el estado de nuestra biodiversidad es algo que, si no preocupa a todos los habitantes del planeta, debería, por lo que muchas de estas personas voluntarias se unen a causas ambientales.
Desde hace más de 10 años la ONG de conservación marina en la que participo, Xaloc Mar, realiza un voluntariado ambiental de limpieza de playas en el que la creciente tendencia a participar como voluntarios es ya una realidad. En 2016 congregaban un máximo de 5 o 6 personas en cada jornada y no faltaban las críticas al respecto «no voy a recoger la basura de nadie» «no es mi trabajo, ¿para qué están mis impuestos?» eran dos de las frases más repetidas, hoy en 2025 las jornadas no bajan de los 150 asistentes y se realizan cada dos semanas.
La reflexión anterior sobre nuestros impuestos es uno de los motores por los que impulsar el voluntariado. En muchas ocasiones las personas voluntarias realizamos acciones y ejecutamos labores que correspondería a nuestras instituciones públicas o si seguimos el principio de «quien contamina paga» (Artículo 191.2 TFUE) a nuestra red de entidades privadas, sobre todo a aquellas que se aprovechan de los recursos naturales. Es esa misma dejadez o abandono, en algunos casos negligencia, la que activa exponencialmente el voluntariado.
Un claro ejemplo es el vivido estos meses atrás en Valencia donde al grito de «Solo el pueblo salva al pueblo» más de 20.000 personas voluntarias se movilizaron de todas partes del territorio nacional para acudir a las zonas afectadas por la dana del 29 de octubre. Estas personas se siguen movilizando a día de hoy restaurando las playas, ecosistemas dunares y demás parajes naturales que quedaron arrasados tras el paso de las inundaciones.
Lo cierto es que parece ser que los que amamos la naturaleza y vemos la necesidad de su recuperación sabemos que el tiempo no juega a nuestro favor, y poner una solución y participar activamente en su restauración es crucial para conservar nuestro medio ambiente. Las personas voluntarias que lejos de mirar por su interés personal, miran por el interés de la protección de la natura son el verdadero corazón de los ecosistemas naturales y no podemos, como sociedad, permitir que este corazón deje de latir.
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