Opinión | En aquel tiempo

Un hombre llamado Zelenski

Presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

Presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. / Toby Melville/PA Wire/dpa

Un hombre bajito, de complexión normal y maneras educadas, se ha convertido en el hombre del momento por el hecho de enfrentarse cara a cara no solamente al todopoderoso Trump, porque también a una encerrona organizada televisivamente para desprestigiarle en un momento absolutamente traumático de la geopolítica internacional.

Y aunque parezca mentira, el feroz ataque, muy tramposo él, comenzó por el hecho de que el hombre en cuestión llegó al encuentro falaz vestido con su uniforme permanente: jersey/blusa y pantalones negros, en ocasiones con algún detalle de color en el pecho. Pero nada más. Por lo visto, le habían avisado del protocolo de la Casa Blanca, últimamente rubia, y se lo saltó por la sencilla razón de que se mantendrá así vestido hasta que acabe la maldita guerra de su país, Ucrania, es decir, la descarada y brutal invasión de su país por ese nuevo Zar en que se ha convertido el exjefe de la KGB, un tal Vladímir Putin. Y ahí está, sin doblegarse y constatando cómo el señor rubio omnipotente cambia de opinión porque le da su real gana. La verdad es que Trump no lo tiene nada claro todo este tiempo porque seguramente, más allá de sus bravuconadas, tiene un pastel mental de altos quilates. De ahí, la relevancia de su adlátere Vance, un personaje peligroso donde los haya.

Ese hombre sin importancia, podríamos decir metafóricamente, tiene a día de hoy 47 años, su primera educación discurrió en zona rusificada de Ucrania, y cuando alcanzó su licenciatura en Derecho, optó por el Teatro y en general los Medios de Comunicación. Hasta fundar la productora audiovisual Kavartal 95 Studio en 1997. Desde ahí, comenzó su carrera política con una obsesión: promover que los rusos de Putin sacaran las botas militares de Ucrania, es decir, del Dombás. Nadie daba una moneda por su feroz reacción al invasor, pero su altiva menudencia ha conseguido la estrecha colaboración militar y económica de una siempre temerosa UE, además de contar con «el amigo americano», encarnado por Biden, mientras esperamos a lo que haga un Trump oscilante en su afán de remodelar el planeta. Mientras deja pequeños detalles de sus observada convivencia con un Putin satisfecho de la jugada.

La guerra de Zelenski comenzó el 24 de febrero de 2022, cuando mandó sus tropas contra el invasor con una determinación que dejó perplejo al mismo ejército ruso. Después, la UE y Norteamérica cayeron en la cuenta de las ambiciones rusas, y, hasta ahora mismo, se han mostrado fieles a sus compromisos… con las oscilaciones típicas de un Trump de baja tensión intelectual. Pero nuestro hombre sigue ahí, y nada menos que ha provocado que nuestra quebradiza UE esté dispuesta a endeudarse hasta los 800.000 millones de euros, con tal de que Putin desista de su empeño. Es decir, un pequeño cómico ucraniano, casi desconocido hasta hace pocos años, puede jactarse de que la desorganizada UE se haya convertido en un bloque con un objetivo radical, colocándose frente a las ambiciones norteamericanas y rusas, China siempre aparte y al acecho. Parece mentira pero es así. Y si los lectores y lectoras lo meditan despacio, mueve a profunda sorpresa un caso como este, que pone al descubierto la capacidad y voluntad de un «ser ínfimo» convertido en un «personaje máximo». Gozo me dio la desesperación de Trump y sus chicos al rodear física y dialécticamente al hombre sin atributos que fue capaz de levantarles la voz. Un gozo intenso.

Y es que en tantas ocasiones la historia no la escribe, al menos en sus comienzos, los grandes de este mundo. Ellos y ellas montan el caos, y después tiene que venir un personaje inesperado como salvación de los entrampados ante cualquier gigante. Si proyectamos la situación descrita sobre la sociedad en general, resulta que todas nuestras mayores hazañas siempre cuentan con «zelenskis» de turno para paliar los desastres. Entran en acción, consiguen triunfos memorables… y puede ser que, al cabo, se los quiten de en medio. Porque a estas alturas Zelenski comienza a ser un obstáculo para las partes enfrentadas. Qué darían Trump y Putin por que Zelenski se esfumara y dejara sitio a su permanente opositor. Personalmente no descarto esta posibilidad por la sencilla razón de que hombres y mujeres así tienen tanta «voluntad moral» que al final se convierten en obstáculos para las «soluciones pragmáticas». Es entristecedor, pero así es.

Y una última conclusión en torno a este caballero llamado Volodymyr Zelenski: su actitud está posibilitando una especie de «keynesianismo militar», tras las medidas tomadas por la UE para defender su territorio de cualquier invasión rusa… tal vez sin la secular protección de los efectivos norteamericanos. Veremos cómo reacciona nuestro Gobierno ante esta evidencia europea. Me lo pregunto con verdadera curiosidad.

Pero lo dicho, menudo este señor Zelenski. Lo admiro.

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