Opinión | Al azar

El USA-Rusia se juega en Arabia

El deplorable Luis Rubiales fue además un visionario. La Supercopa de Arabia abrió el camino a que las grandes competiciones del planeta se disputen sobre la arena del desierto. El actual USA-Rusia también ha sido apadrinado y arbitrado por los saudíes, pese a que ni siquiera se pretende apañar la paz en la cercana Gaza, sino en la lejana Ucrania. Las superpotencias se someten al arbitraje de la dictadura más orgullosa de su condición, en un lugar donde las mujeres solo pueden subir al autobús cuando ya se han montado todos los hombres que aguardaban en la parada. El sometimiento es tan integral que ni siquiera queda claro si rusos y americanos han pedido garantías de que no serán descuartizados por el mayor especialista mundial en la materia, un heredero juguetón y carnicero.

En la agonía del Papa, los cristianísimos Rusia y Estados Unidos se someten a la otra teocracia. Después de tres años de apoyo incondicional a Zelenski, Occidente olvida ahora que Ucrania es uno de los países más heroicos en su resistencia al invasor, para dictaminar vía Trump que es uno de los más corruptos del planeta en tiempos de paz. De ahí que Moscú celebre la inclusión de su vecino en la ausente Unión Europea, para acabar de podrirla.

La escenografía digna de las mil y una noches que envuelve a Marco Rubio y Serguéi Lavrov recuerda que la cúpula exterminada de Hamás se refocilaba en Qatar, mientras los activistas propalestinos jaleaban a la banda desde el cada vez más viejo continente, donde se celebraron las conversaciones de paz de la guerra de Vietnam. Porque la ausencia de Ucrania en la definición de su destino palidece frente a la eliminación de la Unión Europea por penaltis. Ana Patricia Botín diagnosticó recientemente que «Europa corre el riesgo de convertirse en un museo». Nunca subestimes la tasación de un banquero, aunque es probable que los grandes museos europeos también se trasladen al desierto saudí, el nuevo epicentro de la cultura universal. Por no hablar del fútbol.

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