Opinión
‘Outside the box’
Este es el cambio de paradigma de la era Trump, tanto para Ucrania como para Gaza: tomar la decisión de acabar con la guerra. Y para hacerlo hay que salir del guion que durante años no ha servido para nada

'Outside the box' / Leonard Beard
En política, el vacío no existe. Y menos en política internacional, donde los codazos para dominar el tablero se asemejan a la lucha en el barro. Allí donde unos renuncian, otros ocupan el espacio, y una vez dominado el terreno la reconquista siempre es más pesada. Esto es exactamente lo que pasa con Europa: no está, ha renunciado a decidir y actuar, y ante el vacío que deja, América llega para asumir las decisiones que somos incapaces de tomar. Toda esta escandalera que ahora montamos los europeos, con el césar de la grandeur francesa comandando las huestes, no es otra cosa que la manifestación de una debilidad patética que dice más de nosotros que de los americanos. Al final, ¿no ha sido así a lo largo de la historia reciente? Son los pérfidos EEUU los que han tenido que venir a salvarnos de nuestras miserias tantas veces, desde la segunda guerra mundial hasta la guerra de los Balcanes, pasando por el resto de situaciones donde hemos demostrado una inoperancia supina.
Ahora llega el sheriff Trump, da un golpe sobre la mesa y todos a correr, mientras ponemos cara de pretenciosos ofendidos. Es evidente que las formas de Trump dañan los oídos de cualquier alma mínimamente sensible, pero si Trump aterriza en la guerra de Ucrania es sencillamente porque Europa no ha sido capaz de hacer nada. Mucha palabrería, mucho ruido, pero una absoluta incapacidad de plantear soluciones estratégicas que fueran sostenibles. Con nuestra inoperancia, hemos ayudado a cronificar una guerra que, si nadie le pone remedio, podría durar eternamente. ¿Dónde ha habido un plan de solución viable? ¿Qué cancillería europea ha liderado alguna propuesta factible? ¿Dónde ha estado la UE, más allá de las bravatas del Borrell de turno, tan presuntuosas como inútiles? La única verdad es que durante los tres años de guerra, desde la fatídica invasión de febrero de 2022, Europa ha sido una presencia ausente que se ha limitado a la ayuda bélica y humanitaria, pero no ha trabajado en ningún plan estratégico que obligara a las dos partes a una salida razonable.
Y donde Europa ha fracasado, con Biden tan inoperante como nosotros, Trump ha decidido actuar. Lo ha hecho con la filosofía que quiere imprimir durante su mandato, el thinking outside the box, que rompe esquemas y huye de las soluciones-hámster que solo sirven para ir a ninguna parte. ¿Quiere decir esto que su planteamiento es el correcto? Sin duda, sus soluciones pueden ser discutibles, pero hay una diferencia entre lo que plantea y la posición de la UE: Trump plantea algo y los europeos, no. La diferencia está en el comportamiento de entrada: Trump ha decidido que la guerra tiene que acabar, y esta firmeza le ha impulsado a actuar. Europa, en cambio, no ha estado nunca en esta posición, basculando entre el lamento eterno y la eterna indecisión. Por eso nos deja fuera de la negociación: porque debe de temer que todavía compliquemos más las cosas.
Además de la cuestión de Ucrania, el otro ejemplo sorprendente de este «pensar fuera de la caja» de la agenda Trump es el planteamiento que ha hecho sobre el conflicto de Oriente Próximo y la cuestión palestina. Sinceramente, no creo que algunas de las ideas estrafalarias que plantea vayan a ninguna parte, pero han servido para enviar un doble mensaje, que rompe los esquemas cronificados que se habían perpetuado durante 75 años. Por un lado, acabar con la impunidad de los grupos terroristas en Gaza, que impiden cualquier salida tanto para los palestinos como para el conflicto. Es decir: se ha acabado Hamás y el ciclo de violencia que destruye toda opción de futuro. Y por otro lado, ha recordado a los países del entorno, responsables de haber usado la causa palestina para sus intereses, que tienen que implicarse en la solución de manera directa. A partir de aquí, ninguna opción está clara pero, como decía Yousef Al-Otaiba, el influyente embajador de Emiratos en Washington, «todavía no tenemos alternativa al plan de Trump. Tenemos que buscarla». Es decir: finalmente se tienen que poner todos a pensar cómo resolver un conflicto que, a estas alturas, dominaban completamente Irán y sus proxis terroristas. Este es el cambio de paradigma de la era Trump, tanto para Ucrania como para Gaza: tomar la decisión de acabar con la guerra. Y para hacerlo hay que salir del guion que durante años no ha servido para nada. ¿Tiene la solución definitiva? Lo dudo. Pero tiene la actitud para empezar a encontrarla.
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