Opinión | DESDE EL SIGLO XX

Un amoral, Antoni Costa, contra una caradura, Núria Riera

La presidenta Marga Prohens anuncia investigación a la portavoz del PP en el Consell, Núria Riera, debido a que se pasa por el forro los horarios de trabajo a los que como funcionaria está obligada a cumplir

Un amoral, Antoni Costa, contra una caradura, Núria Riera

Un amoral, Antoni Costa, contra una caradura, Núria Riera / CAIB

Preguntémonos qué tiene mayor enjundia reprobatoria, la de un vicepresidente del Gobierno balear, Antoni Costa, protegiendo a sabiendas de que lo es a un agresor sexual amigo suyo, que, expulsado de la Universidad por la tropelía cometida, le coloca a cargo de una empresa pública de la que solo es despedido cuando se conocen los hechos, o el descarado absentismo laboral de la «bien pagada» portavoz del PP en el Consell de Mallorca, Núria Riera, que percibe emolumentos por no hacer nada de 130.000 euros anuales. Contra Riera ha embestido Costa, que públicamente la ha reconvenido, exigiéndole responsabilidades por su actuación. La presidenta Marga Prohens, que, casi dos años después de haber sido elegida para el cargo que ocupa, exhibe tales carencias que hasta los socialistas empiezan a acariciar el sueño imposible de retornar en 2027 al Consulado del Mar con Francina Armengol, otra que tal baila, anuncia investigación interna a Riera para depurar sus supuestas negligencias laborales. ¿Investigación de qué? Sus reiterados digamos asuetos son sobradamente conocidos, por lo que es chocante que, ahora, porque el obispo de la beatífica congregación de Més (antes PSM), reverendo Apesteguia, achuchado por los suyos, que consideran escabrosa la coyunda que sostiene con el PP, ha aireado lo que viene ocurriendo con la portavoz, se abra investigación. Es todo hipocresía flagrante, adecuada a quienes salen a escena en este remedo de opereta de tres al cuarto. Núria Riera, amplia sonrisa, anda preocupada más que nada porque colige que pueden peligrar parte de sus suculentos ingresos. Viene desairada desde que fue descabalgada de la candidatura del PP al Parlamento balear, del que aspiraba a ser presidenta (¿peor que Le Senne?), hallando plácido acomodo como vocera de los populares en el Consell. Consolación remunerada espléndidamente.

Fijemos la atención en el vicepresidente Antoni Costa: es chocante que con lo que lleva a cuestas ni el reverendo Apesteguia ni los desmadejados socialistas, que tienen a Negueruela desgañitándose en la Cámara legislativa con desatada gesticulación y poco acierto, han amnistiado al olvidarse del miserable apaño que hizo a su amigo íntimo Juan Antonio Serra Ferrer. Pues no lo olvidemos: Serra Ferrer agredió sexualmente a una mujer en un bar; después, en su huida, propinó puñetazo a un agente de la policía local (sospechoso silencio el de los siempre belicosos con la izquierda sindicatos policiales). Al conocerse los hechos, la Universidad, en la que impartía clases, lo expulsó sin contemplaciones; y hete aquí que Antoni Costa, poderoso vicepresidente del Gobierno de la señora Prohens, que siempre a sus cosas (dejarse fotografiar) no se entera de casi nada, o, de percatarse, entra en parálisis, le arropó nombrándolo gerente de una empresa pública, de la que tuvo que cesarlo cuando el asunto de su fechoría se hizo público. Serra Ferrer ha sido condenado en firme por los tribunales. Es delincuente, agresor sexual confeso. Costa solicitó impostado perdón, asegurando, eso sí, que no se le pasaba por la cabeza presentar la dimisión.

Y pregunto, ¿qué actuación es merecedora de reprobación más contundente? ¿La de Núria Riera o la de Antoni Costa? Uno se malicia que, puestos a tener que discernir, la amoralidad cínica del vicepresidente supera la de la punitiva jeta sin límites de la portavoz del PP en el Consell. Costa reconviene a Riera, le solicita ejemplaridad. Cuando un amoral utiliza el cinismo nos topamos con lo relatado. Riera debería dimitir. Costa también. El segundo no lo hizo. La primera queda a expensas del miedo que embargue a Prohens ante la sucesión de escándalos que la atosigan. Pero que no se diga que el desparpajo de ese pedante de la nada que es Costa no resulta llamativo, insultante para quienes conservamos cierta memoria. Ya puede Prohens espabilar, en el caso de estar capacitada para hacerlo.

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