Opinión | Entrebancs

¿Caminamos hacia el bienestar?

Vladimir Putin

Vladimir Putin / Kremlin/dpa

A diferencia de otras épocas, vivimos hoy en una sociedad amenazada por múltiples crisis y catástrofes como la crisis energética, la climática, el medio ambiente, sin olvidar, los enemigos exteriores: La guerra en Ucrania provocada por la Rusia de Putin que intenta poner en jaque nuestro modo de vivir; y sin pasar por alto la ofensiva arancelaria de Trump, que propone crear una amplia área turística de alto nivel en Gaza.

Todo ello aumenta una sensación de descontrol sobre el mundo que parece discurrir al margen de nuestra voluntad política; léase nuestra incapacidad para llevar a cabo las necesarias e imprescindibles transformaciones políticas y socioeconómicas que afecta también a nuestra Comunidad.

Se han alterado profundamente los objetivos del contrato social como instrumento básico del bienestar. En nuestra comunidad el paro desciende y en consecuencia la afiliación a la seguridad social, 14.827 cotizantes más respecto a enero del 2024, y un total de 480.868 afiliados, récord histórico en un mes de enero. Pero tal mejora no implica necesariamente el bienestar personal y social. La creación de empleo ha de ir acompañada con salarios que compensen, entre otros imputs, los mayores costes de la inflación y la insularidad.

La recuperación de la democracia y el reconocimiento de los derechos básicos provocaron una cierta reactivación económica (en nuestro caso la actividad turística). Se produce un determinado cambio social que, sin negar la pervivencia estructural de las clases sociales representa de hecho un mayor número de oportunidades en el campo laboral/profesional como también el inicio de un relativo acceso a los bienes, recursos y servicios (acceso a la denominada sociedad del bienestar).

¿A que llamamos bienestar social? A la evolución de la sociedad hacia un escenario que repercute positivamente en el bienestar de las personas. Imputs relacionados con la formación, el acceso a la vivienda, el nivel de seguridad, perspectivas de futuro, la sostenibilidad, así como el acceso en igualdad de oportunidades a los servicios públicos básicos.

Como era previsible, los progresivos cambios económicos y sociales han supuesto una ruptura en la estructura social mallorquina. Los grupos dominantes consolidan su estatus. Esta nueva clase influyente, enmarcada en determinadas iniciativas incluso empresariales ha experimentado un desarrollo desigual. Determinadas segundas generaciones, con mayor y mejor preparación y formación han cogido el relevo. Estos segmentos han entrado con intensidad en las nuevas dinámicas de la economía globalizada. Estos segmentos dominan la información y mantienen lazos políticos y socioeconómicos.

¿Cómo afecta el crecimiento económico al bienestar social? El crecimiento económico puede repercutir de manera constructiva en el desarrollo social de un pueblo; la estabilidad puede aportar un estilo de vida. Pero tales aspectos positivos puedan resultar absolutamente negativos si no se prioriza el progreso social.

Hoy, año 2025, ¿es posible crear un clima que posibilite y facilite la reconciliación entre la economía de mercado, el progreso social/bienestar social, y la democracia plural? Esta es nuestra asignatura pendiente. Antón Costas, economista y presidente del Consejo Económico y Social (CES) de España, propone: «Una mejor gestión macroeconómica para estabilizar la economía y acabar con fases de fuerte expansión y creación de empleo seguidas de intensas caídas y destrucción. La desigualdad no viene solo de los bajos salarios si no de los precios superiores a los costes de servicios y bienes de consumo. Democratizar la democracia para que las políticas respondan al bien común y puedan reducir la desigualdad».

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