Opinión | En aquel tiempo

Lo imposible se hace carne

El president de EEUU, Donald Trump

El president de EEUU, Donald Trump / Andrew Leyden/ZUMA Press Wire/dp / DPA

Si hace un par de años me hubieran comentado lo que está sucediendo, sobre todo desde la llegada al poder del nuevo zar yanqui, hubiera sonreído y definido como un bulo, en los que andamos tan entusiasmados. Pero resulta que se ha hecho verdad. Un señor, un ciudadano, que llegado el momento pasará a mejor vida y su rastro se borrará de nuestras ocupaciones, por su cuenta y riesgo, pero también con el apoyo mayoritario de sus compatriotas, este señor, de rubio chillón, ha lanzado varias determinaciones a todas luces demoledoras para los Derechos Humanos, para la integridad de los Estados, para la economía mundial y en definitiva para el orden democrático mundial.

Este señor ha decidido que todo lo legalizado en función de sus ensoñaciones, sea norma de vida para sus conciudadanos pero además para el resto de los mortales. Puede resultar un poco exagerado, pero la realidad va por ahí. Ante todo esto, la izquierda anda descolocada, la derecha no sabe a qué carta quedarse, la ultraizquierda se erige en lideresa del movimiento resistente, y la ultraderecha se ha montado al carro triunfal con esperanzas fundadas de inusitadas victorias. Ud. y yo, pequeños habitantes del planeta, es decir, absolutamente desconocidos del nuevo zar, pues pocas cosas podemos hacer, salvo tomar conciencia de la realidad y participar responsablemente en la reacción popular en aumento… salvo que la economía mande lo contrario. Que de economía va el asunto.

En estas estamos mientras acabo de leer dos textos diferentes pero ambos necesarios para espíritus con tragaderas lectoras y no menos con apertura mental. De una parte, las Memorias de Angela Merkel, tituladas Libertad (RBA), y de otra, Bad hombre, de la argentina Pola Oloixarac (Random House). La primera me ha permitido conocer más a fondo uno de los últimos animales políticos europeos, que a determinado en gran parte nuestro presente continental, con ese tránsito sorprendente de un ‘orden comunista’, totalitario pero con ambiciones científicas, a otro ‘democrático’, que culminaba con la fusión de dos alemanias, con la que se cerraba una de las grandes asignaturas pendientes europeas y, de refilón, mundiales. Me llama la atención la discreción con que Merkel juzga su «tiempo comunista», puesto que científicamente se forma en ese tiempo, y también, hasta qué punto «poder es dialogar» tal y como ella demostró… además de un carácter poderoso y de una lucidez llamativa. En estos momentos está de moda censurar a la señora Merkel, pero, por mi parte, prefiero comparar su forma de ‘hacer política’ con la de nuestros actuales pronombres, tan mediocres y tampoco decisorios… salvo el amigo americano y sus ensoñaciones totalitarias. Sí, Merkel ha sido la última fiera política, de la que hay mucho que aprender. Con sus defectos evidentes.

Otra cosa completamente diferente, pero no menos significativa, es ese relato antinarrativo y soterradamente filosófico, que se titula Bad hombre, de la sorprendente argentina Pola Oloixarac. ¿Cómo definir un libro que con la intención de ponderar un feminismo alternativo, lleva a cabo la crítica más demoledora del hombre como «sexo masculino», pero de una argamasa permanentemente dialéctica respecto de esa «guerra de los sexos» que lleva a los límites más allá de cuanto habíamos leído? En varios momentos de su lectura, cerré el libro para procurar pensar sobre lo que leía, porque no acababa de comprender el alcance de esas líneas tan inteligentes como seductoras.

Si conjuntamos ambos textos, el de Merkel y el de Oloixarac, resulta que se nos abren graves interrogaciones de futuro, partiendo del estupor provocado por las barbaridades del zar usano. ¿Cómo afrontar objetivamente el destrozo democrático actual, pero también como situarse ante las radicales alternativas de la relación entre sexos que nos descompone cada amanecer? La única conclusión es que vivimos momentos en que se hace necesario ‘vivir en la incertidumbre’ porque la seguridad de la alemana pasó de moda, y las alternativas, un tanto misteriosas, de la argentina están por ver. Pero me atrevo a escribir que ambos libros ayudan a vivir en momentos como los nuestros.

En fin, parece ser que todo camina a lo imposible de imaginar hace solamente diez años. Pero la historia nos ha sobrecogido. Se dice que vivimos tiempos de incertidumbre, ya lo escribimos, de tal manera que la imposibilidad sea tornado posible y no sabemos, ya, dónde agarrarnos para sobrevolar la realidad. Será que como dice Víctor S. Vázquez, «vivimos tiempos en que la sociedad quiere desatarse de cualquier condicionamiento moral». Puede que sí. Pero entonces, debiéramos asirnos a los principios democráticos y dejar que el sexo no se convierta en una obsesión que desplace a otras cuestiones más lacerantes. Es tiempo de valientes, de quienes se enfrentan a tipos como Trump y recuerdan las limitaciones de las costumbres. O tal vez, me equivoco y una libertad sin fronteras está llamando a nuestra puerta hasta destrozarla. Es la posibilidad de lo imposible.

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