Opinión
El hotel Santuari de Lluc tiene arreglo

Los ciclistas son habituales en la hospedería de Lluc, que ya ha presentado la DRIAT de su hospedería. / Manu Mielniezuk
No existe una imagen más representativa de la Mallorca actual que el Santuari de Lluc convertido en hotel, con página propia en la plataforma de reservas Booking y problemas muy serios para legalizar las 268 plazas turísticas que explota de manera irregular.
Me parece la bula definitiva para que todos los mallorquines con vivienda propia, los pocos que van quedando y los que heredarán con la rebaja de impuestos de Marga Prohens, se lancen ya sin prejuicios y en gracia de Dios al alquiler turístico ilegal, saltándose alegremente toda normativa en vigor. Con el ejemplo de Lluc tienen al fin la seguridad de que estarán obrando correctamente o al menos como lo haría un buen cristiano.
Si el centro espiritual de Mallorca, la morada de la Mare de Déu de Lluc, patrona de la isla y su diócesis, tienen un 8,2 de puntuación en la mencionada página de reservas, así como una consideración de destino de ubicación ideal, perfecto para parejas jóvenes, por solo 220 euros la habitación doble el próximo fin de semana, es que lo que fue considerado por nuestros padres como lo más sagrado y simbólico del territorio ha dejado definitivamente de serlo. Y se puede comercializar sin prejuicios al mejor postor. Ya encontrará el Consell de Mallorca una dispensa a medida, el encaje legal para regularizar ese hotel adecuadamente, evitar más problemas al obispado y comentarios malintencionados .

Página del Santuari de Lluc en la plataforma Booking / Redacción Digital
Quienes nos precedieron seguramente citarían muy enfadados el pasaje evangélico de la expulsión de los mercaderes del templo: «Mi casa será llamada casa de oración -dijo Jesús-, pero vosotros la estáis convirtiendo en una cueva de ladrones». Lo harían para que esa palabras retumbaran en la cabeza a quienes tantas veces las han pronunciado desde el púlpito y hoy han convertido Lluc y su antigua hospedería en solo un hotel convencional, un establecimiento con un expediente sancionador en curso por funcionar sin contar con plazas turísticas, pero que a estas alturas ya ha presentado la Declaración responsable de inicio de actividad turística que había olvidado, lo que le garantiza poder seguir operando sin más problemas que la tiranía de los usuarios y sus comentarios: «La habitación sólo tenía una mesita de noche»; «El baño no tenía jabón para limpiarse las manos y la cortina de la bañera dejaba mucho que desear»; «El hotel es un edificio increíble arquitectónicamente»; «El desayuno muy bien, la cena mejorable». Lo sagrado por lo prosaico.
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