Opinión | TRIBUNA
Dejà vu turístico

La presidenta del Govern, Marga Prohens, durante en un pleno en el Parlament / CAIB
Émile Boirac, filósofo e investigador francés, acuñó el término déjà vu, cuyo significado es «ya visto». Se trata de una sensación familiar para muchos, la impresión de estar reviviendo una experiencia pasada, como si el tiempo se plegara sobre sí mismo.
Mientras para Platón, este fenómeno era una prueba que evidenciaba la existencia de vidas pasadas, para Freud representaba la manifestación de un recuerdo reprimido o el deseo inconsciente de mejorar la realidad presente. Aún hoy, el déjà vu, continúa envuelto en misterio y desconocemos si es un simple fallo en nuestra percepción, un espejismo en sí mismo, una señal de estrés o una puerta hacia dimensiones desconocidas. Lo que es innegable es que existe y que es más común de lo que nos imaginamos, especialmente en nuestra industria, donde el déjà vu turístico se ha convertido en una realidad cotidiana.
De modo, que como cada comienzo de año, tenemos la sensación de estar viviendo ese eterno déjà vu que nos arrastra en bucle. Seguimos experimentando la incertidumbre de cada pretemporada, sin saber cómo irá, si saldremos airosos de la contienda empresarial de todos los años. Si sabremos seguir creando riqueza y valor o si conseguiremos completar con éxito nuestras plantillas, lograr nuestros objetivos o satisfacer a nuestros clientes. Porque todo sigue siendo una auténtica incógnita que se repite año tras año, y que comienza desde el mismo FITUR, el gran escaparate de nuestra industria, donde el déjà vu turístico da sus primeros pasos. Los mismos stands llenos de folletos que nadie leerá, los mismos hoteleros y empresas en busca de nuevos contactos, las mismas conferencias de siempre, los mismos selfies y el mismo postureo, las mismas sonrisas y caras de complacencia y los mismos políticos con los mismos discursos y promesas que probablemente no cumplirán.
Promesas, buenos propósitos y deseos, que no pongo en duda que nacen de una voluntad sincera de mejora y de cambio como reza la propia cuña publicitaria de radio de nuestra audaz presidenta Marga Prohens con el slogan «cumpliendo con la palabra dada». Deseos y promesas que solo cobran valor cuando se convierten en hechos, porque las palabras inspiran, pero solo las acciones transforman. Y en este anhelo de cumplir con la palabra dada, hemos de recordar que queda aún pendiente y por hacer realidad, entre otras muchas cuestiones, el compromiso de nuestra presidenta balear de modificar la Reforma de la Ley Turística aprobada por el ejecutivo anterior bajo el mandato de Francina Armengol, al considerar que dicha normativa era intervencionista y perjudicial para las Islas Baleares.
Y al hilo de tal promesa y con la ilusoria esperanza de su cumplimiento, no queda sino pedir valentía, coherencia y compromiso al ejecutivo de Prohens, porque el turismo de Baleares necesita ya una nueva Ley a la altura de su importancia. Necesitamos una normativa justa, consensuada con el sector, que reduzca la burocracia y deje de asfixiar a quienes día tras día, hacen posible que nuestras islas sigan siendo un referente mundial. Una ley que no demonice al turismo, sino que lo ponga en valor y lo fortalezca a largo plazo. Que proteja a nuestras PYMES locales, a las pequeñas y medianas empresas autóctonas kilómetro cero, frente a la voracidad de las grandes corporaciones y fondos de inversión. No necesitamos más restricciones, que beneficien al intrusismo, sino más incentivos. No más obstáculos, sino más oportunidades. Una ley que respete el equilibrio y la sostenibilidad de nuestras islas, tanto a nivel social, como económico y medioambiental.
Este es, sin duda, uno de los grandes desafíos de su mandato. Pero también es una cuestión de compromiso y honestidad con la palabra dada a quienes depositaron su confianza en quien ahora lidera el Govern Balear. Es el momento de demostrar que el turismo no es el problema, sino parte de la solución, la gran oportunidad para las Baleares. Es hora de transformar el dejà vu turístico, esa sensación de incertidumbre constante, en un horizonte de seguridad y progreso. Y para ello debemos estar preparados y contar con una normativa turística a la altura de las circunstancias que nos ayude afrontar un futuro con confianza, equilibrio y esperanza.
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