Opinión | Tribuna

Visto lo visto, la UE no puede rechazar el acuerdo con MERCOSUR

Archivo - Banderas de la Unión Europea

Archivo - Banderas de la Unión Europea / Europa Press/Contacto/Wiktor Dabkowski - Archivo

Vista la deriva de la política estadounidense tras la toma de posesión de Trump, la guerra comercial que se avecina entre EEUU y China, o el papel de Rusia y China en sus áreas de influencia económica de Asia y África, me temo que es ingenuo, incluso inconsciente, pensar que los países europeos puedan rechazar el Acuerdo Comercial con MERCOSUR.

En lo que respecta al sector agroalimentario, estamos obligados a ampliar el foco y aprovechar las oportunidades que existan. Tras la noticia de la firma del acuerdo con MERCOSUR, llegó la reacción en contra de todas las organizaciones agrarias. La verdad que algunas posiciones me han sorprendido más que otras. Como en tantas ocasiones, echo de menos una interlocución del Ministerio y los representantes del sector de la que salgan mensajes constructivos de posibilidad hacia los «agricultores de a pie». Una de las ideas que ha calado es que hay sectores perjudicados; como el porcino y avícola intensivo, el vacuno de carne en extensivo, además del arroz, la miel o la remolacha, pero hay otros potencialmente beneficiados como el aceite de oliva, el vino, los lácteos y parte importante del sector de frutas y hortalizas. Tenemos estudios de impacto que cuantifican el riesgo. Uno de los más clarificadores es el encargado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a un equipo de expertos en el año 2021

A nadie se le escapa que el comercio es una potentísima herramienta para el desarrollo de los pueblos, aunque es cierto que, para ello, las reglas tienen que ser justas. El mercado es donde se decide el futuro y la viabilidad de nuestras producciones agroalimentarias. Es donde adquiere valor cada cordero o litro de aceite que producimos. La profesionalidad del agricultor también se decide cuando piensas dónde voy a vender lo que produzco y les aseguro que nadie dijo nunca que defender la soberanía alimentaria implicara rechazar de plano la opción de los mercados internacionales. Por hablar en clave balear, el sector de la patata de sa Pobla y Muro no hubiera adquirido el valor alcanzado en los últimos 25 años si no hubiera hecho en su día una apuesta por su internacionalización. Conviene además recordar que España es una enorme potencia exportadora de alimentos. En 2024 alcanzó la cifra de más de 70.400 millones de euros al año y representa nada menos que el 18,4% de las ventas al exterior de la economía española. Detrás de estas cifras de exportación hay agricultores y agricultoras, ganaderos y ganaderas, cooperativas y SATs. Detrás de este acuerdo también habrá oportunidades. Probablemente la alimentación animal se abarate por el mejor acceso al núcleo proteico, y puede haber un nicho comercial interesante para el ovino en Brasil, o los países que forman MERCOSUR pueden ser una oportunidad para ampliar mercados en sectores tensionados como el vino o los lácteos.

Pero ya dije que las reglas del comercio deben ser justas. El debate más importante está en la necesidad de incluir cláusulas espejo. Este asunto es demasiado complejo para resolverlo de un plumazo, pero objetivamente en este acuerdo, hay avances con respecto a otros anteriores. Las normas de protección de salud humana, animal y vegetal son irrenunciables para los productos importados y afecta por ejemplo a un tema tan sensible e importante, como es el control de antibióticos en la ganadería. Hay avances también en la armonización de los estándares de bienestar animal. Se incluye el compromiso del cumplimiento del Acuerdo de París y aunque hay acercamiento en la armonización de las normas sociales y ambientales, es cierto que se está lejos de la reciprocidad. El debate está instalado, pero no es sencillo. Las condiciones ambientales y climáticas para la producción de un continente y otro son distintas y no tendría sentido aplicar las mismas normas. Las Reducciones arancelarias se aplicarán progresivamente al 91% de los productos comercializados, pero para los identificados como sensibles, la reducción solo se aplica dentro de ciertas cuotas de comercialización. El acuerdo recoge lo que se conoce como cláusulas de salvaguardia que permiten que las partes pueden paralizar la entrada de un determinado producto cuando haya signos claros de alteración del mercado. Finalmente se prevé un Fondo de Compensación dirigido a los sectores productivos más vulnerables al acuerdo. Creo que en la vigilancia del acuerdo se jugarán su legitimidad y mientras tanto, cada uno contará la feria según le vaya.

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