Opinión | Una ibicenca fuera de Ibiza
El ombligo del mundo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. / EFE
«Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 13.1: Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado».
«El primer día lanzaré el mayor programa de deportación de criminales en la historia de Estados Unidos» fue una de las promesas electorales de Donald Trump. En una entrevista a la revista Time adelantaba la agenda de su segundo mandato incluido un plan de «expulsión masiva» a través de «una nueva categoría de delito, llamada delincuencia migratoria». Un plan que se llevaría a cabo con el ejército, si era necesario. Al ser replicado que la ley impide enviar militares contra civiles Trump respondía: «No son civiles. Esto es una invasión, una invasión como probablemente ningún otro país haya visto antes».
«Quiero recordarle al gringo: yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó. América nació libre, el hombre la dividió. Ellos pintaron la raya para que yo la brincara y me llaman invasor. […] Nos compraron sin dinero las aguas del Río Bravo y nos quitaron a Texas, Nuevo México, Arizona y Colorado. También voló California y Nevada. Con Utah no se llenaron. El estado de Wyoming también nos lo arrebataron. […] Y si a los siglos nos vamos, somos más americanos, somos más americanos que el hijo de anglosajón».
Los Tigres del Norte, Somos más americanos.
Expulsiones masivas, denegar el derecho internacional de solicitar asilo, revocar la ley que prohibía las redadas en zonas consideradas «sensibles», como hospitales, iglesias o escuelas, y el anuncio de utilizar la base naval de Guantánamo —ya protagonista de una de las sombras más largas de la «Guerra contra el Terror»— como centro de detención para hasta 30.000 inmigrantes irregulares que no puedan ser deportados en caliente. El mundo al revés, costará que uno solo de estos detenidos supere en cargos a quien lo ordena, condenado penalmente por la comisión de 34 delitos graves.
Pero además de inhumanidad con quienes brincan una raya respaldados por el artículo 13.1 de los Derechos Humanos, el primer presidente convicto de la historia de los Estados Unidos de América ha dado muestra de que su «Make America Great Again» no era algo metafórico anunciando sus intenciones de hacerse con el Canal de Panamá, Canadá y hasta Groenlandia. «Por motivos de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta». ¿Quién podría negarse a dar los millones que sean necesarios, o incluso, crear una guerra si es «por motivos de seguridad nacional y libertad en todo el mundo»? —Y atentos porque también se tira de esa ‘libertad’ como patente de corso en tierra española—.
Mientras, para abrir boca, el imperialista Trump presenta un decreto por el que exige que en los mapas y documentos del gobierno federal el Golfo de México pase a llamarse ‘Golfo de Estados Unidos’ como parte de los cambios para «honrar la grandeza estadounidense». Oído cocina, Google, la multinacional tecnológica, anunciaba que la modificación aparecerá ya en los próximos días en la aplicación Google Maps. Eso sí, solo para las búsquedas desde Estados Unidos. Para el resto del mundo seguirá mostrándose como aparece desde 1562 en el Americae Sive Quartae Orbis Partis Nova Et Exactissima Descriptio (Descripción nueva y exactísima de América, o la cuarta parte del mundo), mapa encargado por la Corona Española a Diego Gutiérrez. Pero además de esta «exactísima descripción» no pasemos por alto la bonita coincidencia del origen de la palabra ‘México’, proveniente del náhuatl: metztli (luna), xictli, (ombligo) y co (lugar). Un «ombligo de la luna» que ha quedado en eclipse por el capricho del ombligo del mundo. Y si alguien sospecha que tras la «seguridad», la «libertad» y la «grandeza» hay algo parecido a un interés por preservar las ballenas belugas de Groenlandia o los manatíes del Golfo de México, desengáñese. El golfo es una de las regiones de producción petrolera en alta mar más importantes del mundo y Groenlandia, donde alguien ve un problema, otro ve una oportunidad: el calentamiento global se está ensañando con la isla, y aunque el deshielo provocaría la subida del nivel del mar de no menos de siete metros, bajo los glaciares aguardan petróleo, gas natural, oro, uranio…
¿Llegará Trump a anunciar la anexión de Canadá o Groenlandia como Estado 51? O como 50, porque mientras codicia nuevos territorios el Estado de California ha presentado una iniciativa para recoger firmas preguntando si debería abandonar Estados Unidos y convertirse en un país independiente.
California, que se mantiene desde 2017 como la quinta economía más grande del mundo superando a India, Reino Unido o Francia y, por si alguien quiere unir los puntos, con hasta un 47% de la población inmigrante. ¿Qué, sino los recursos y las manos de los inmigrantes hicieron América grande alguna vez? Aunque haya ombligos que no quieran verlo...
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