Opinión
Comprar el edificio de Gesa y no saber para qué

B. Ramon
El Ayuntamiento de Palma comprará el edificio de Gesa a finales de este mes de febrero por 28,5 millones de euros y todavía no sabe para qué. Y resulta muy desconcertante para el ciudadano la firmeza que ha demostrado en esa inversión, buscada con ahínco y planificada por el equipo de gobierno del PP desde el inicio de legislatura como uno de sus proyectos estrella, con la falta de definición del mismo, que un día convierte el simbólico inmueble del arquitecto José Ferragut en un museo o centro de arte de referencia para la ciudad y al día siguiente en un edificio de usos mixtos cuyas funciones decidirá un futuro concesionario privado.
Esta última idea fue precisamente una de las novedades del último pleno municipal, al apoyar el PP una proposición de Vox que pretende que tras la adquisición el edificio ya no le cueste un céntimo más a las arcas municipales, que Cort lo saque a concurso y que sea el futuro concesionario el que se haga cargo de la ejecución de la obra, el mantenimiento de las instalaciones, la seguridad, la limpieza y también la gestión de los alquileres, con un canon fijo para la ejecución de la obra y otro variable para los servicios. Obligándole por contrato al futuro concesionario a retornar al Ayuntamiento un porcentaje de los beneficios.

Imagen del edificio de Gesa. / DM
Ante las airadas críticas de la oposición, PSOE y Més per Palma, que pronunciaron la palabra pelotazo y afirmaron que lo aprobado supone socializar los costes de la compra y privatizar los beneficios, el alcalde Jaime Martínez aclaró 24 horas más tarde que adjudicar el edificio de Gesa a un concesionario es solo una de las posibilidades para que la reforma del inmueble no cueste dinero a los ciudadanos y que también se barajan otras opciones para sufragar esa costosa rehabilitación como una inversión municipal sufragada con fondos europeos o con dinero de la ecotasa. Pero aseguró que los usos los definirá el Ayuntamiento de Palma mediante un concurso de ideas, dejando abiertas las puertas a que la gestión posterior se realice mediante una concesión o sea directamente municipal.
Lo que nos devuelve al principio, a la inversión con dinero público sin un proyecto definido detrás que avale ese desembolso y que se pueda explicar abiertamente al ciudadano, algo que, claro, solo se pueden permitir las instituciones públicas con el dinero de todos.
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