Opinión | Tribuna

Ataque a la ética: el asalto al pensamiento crítico

Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Google) y Elon Musk (X), en la toma de posesión de Donald Trump.

Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Google) y Elon Musk (X), en la toma de posesión de Donald Trump. / AP

Bradbury, Orwell y Huxley (los autores de las tres grandes distopías del siglo XX) imaginaron futuros oscuros, pero ninguno previó un sistema de vigilancia tan preciso ni una tecnología tan capaz de analizar nuestros pensamientos y predecir nuestras acciones. Tampoco imaginaron que secuencias matemáticas podrían modelar nuestro comportamiento y generar beneficios millonarios para unos pocos magnates.

Vivimos en ese mundo. Musk, Bezos y Zuckerberg amenazan la democracia, la convivencia y la dignidad de millones de personas. Expropian nuestro tiempo y lo convierten en enormes sumas de dinero. Además, potencian discursos de odio que fracturan la sociedad apoyando a partidos de extrema derecha o directamente nazis. Todo esto, con millones de jóvenes rehenes sometidos al antojo ideológico y la manipulación de sus algoritmos.

En este contexto, necesitamos más que nunca promover en nuestras sociedades valores como los derechos humanos, el diálogo y la conciencia ecológica. Sin embargo, el gobierno de Prohens pretende eliminar la única oportunidad que tienen miles de estudiantes de secundaria de enfrentarse al pensamiento crítico y la educación en valores. ¿Cómo? Reduciendo, mediante decreto, las ya escasas dos horas semanales de la asignatura de valores éticos a una, dejando sin continuidad ni oportunidad alguna de profundizar en esta materia a miles de alumnos y alumnas.

La filosofía, como siempre, intenta denostarse con la excusa de que en los informes PISA, España ha bajado puntos en comprensión lectora y matemáticas. Los filósofos nos preguntamos si el gobierno de Prohens no entiende que la filosofía, sea en su forma ética, o en cualquiera de sus variantes, es fundamental para fomentar la comprensión no solo lectora, sino de la realidad misma. Para comprender es necesario analizar, ser crítico y poder pensar las cosas con un enfoque filosófico, que haga de la curiosidad y el asombro guías ineludibles para este cometido.

Por otra parte, resulta contradictorio que un partido «conservador» no quiera conservar valores fundamentales que trascienden la política. La empatía, la capacidad de sentir lo que siente el otro, la ayuda a las personas que la necesitan o los derechos humanos... ¿son acaso una cuestión ideológica? Son consensos internacionales nacidos tras el horror de la Segunda Guerra Mundial para evitar que éste se repita. ¿Acaso el amor al prójimo es tendecioso? ¿Es el respeto al medioambiente un proyecto partidista? El liberalismo, en su origen, promovía el pensamiento crítico, la libertad de credo y la emancipación de dogmas y sin estos paradigmas no hubiera habido progreso social alguno. La educación en valores no es una cuestión de bandos, sino de humanidad. ¿Qué peligro ve en eso el Partido Popular?

La filosofía en su forma de valores éticos ayudaría, sin duda, a mejorar competencias como la comprensión lectora. En lugar de desterrarse como pretende el PP, debería incluirse desde las primeras etapas educativas. El pensamiento crítico es la clave para comprender un texto, argumentar con lógica y no escribir la primera barbaridad que se nos pase por la cabeza. No podemos construir un futuro sólido si olvidamos lo que da sentido a nuestros conocimientos. Una educación sin respeto, justicia ni reflexión crítica no solo es incompleta, sino irresponsable. Y en esa irresponsabilidad pretende hacernos caer el gobierno del PP en un ataque frontal a la filosofía.

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