Opinión
Televisión para tontos

Los protagonistas de ‘Machos alfa’, la exitosa serie de Netflix. / Netflix
Hace tiempo que le colgamos a Netflix el sambenito de ser una plataforma de contenido mediocre, mucho más que su competencia. Hay quien piensa que esa mediocridad es el resultado de una falta evidente de conocimiento y criterio eligiendo proyectos, pero ¿y si no fuese así? ¿Y si Netflix considerase que este tipo de contenido de perfil bajo es un pilar fundamental de su catálogo? ¿Y si su importancia fuese tal que estuviese animando a sus creadores a perseguir ese resultado cuando escriben?
La revista N+1 levantó la perdiz hace unas semanas en un extenso artículo, en el que se analiza la estrategia editorial de la compañía. En él, varios guionistas vinculados a producciones originales de Netflix explican que hay determinados proyectos en los que la directriz es muy clara: hay que ser más simples contando historias. Se les anima a que huyan de tramas particularmente complejas y que escriban diálogos más explicativos. En la práctica esto se traduce en protagonistas que parecen sacados de una serie de dibujos animados, que verbalizan las cosas que están haciendo y recuerdan una y otra vez elementos centrales de la historia. Esto supone romper con una de las máximas de la escritura para cine y televisión. En el guion no es necesario que un personaje que aparece comiendo lo diga de viva voz. Es el famoso Show, don’t tell (No lo cuentes, muéstralo), que cede todo el protagonismo a la imagen, un vehículo mucho más poderoso para explicar las cosas. Las series y películas que desoyen esta directriz tienen guiones cuajados de frases superfluas, conversaciones melifluas y diálogos entre adultos planos y artificiales. Es, en definitiva, una televisión para tontos.
La televisión para tontos adora los contenidos que requieren un umbral de atención mínimo, los que permiten seguir la trama mientras doblas la ropa, pides comida a domicilio o navegas por TikTok, que soportan que nos quedemos dormidos un rato o que escuchemos un audio eterno de una amiga sin parar la reproducción. Es, en definitiva, un tipo de televisión que no aspira a que tengamos la vista fija en la pantalla. Solo requiere alguna que otra mirada de soslayo para reengancharse a la trama sin excesivas dificultades.
Parece ser que la clave está, precisamente, en que el acto de ver cohabite con otras acciones. Cuando el visionado es menos exclusivo y no nos obliga a tener que sacrificar otras actividades, nuestro tiempo medio de visionado aumenta. Y si hay más horas de consumo, estaremos más fidelizados.
Que Netflix tenga mucho contenido mediocre no es mera casualidad. Es una decisión deliberada porque, sencillamente, funciona. Nuestra química cerebral explica gran parte del éxito de esta televisión para dummies. En especial, la teoría del mínimo esfuerzo, un rasgo evolutivo que hace que los seres humanos tendamos a evitar gastar energía innecesariamente en sus actividades cotidianas. La satisfacción que obtenemos con este tipo de programas está directamente relacionada con el esfuerzo que requiere por nuestra parte, tanto a la hora de elegirlo como a la hora de verlo. Si a un usuario le plantas delante una película cuya presentación es la imagen de una pareja sonriéndose con mirada cómplice o dos hombres fornidos en medio de una explosión con cara de broma, su cerebro le arropará en el terreno de lo predecible. Su mente será capaz de interpretar el código visual rápidamente y, a partir de ahí, solo tendrá que decidir qué género quiere que le acompañe después de un largo día de trabajo. Si, además, el contenido no demanda un esfuerzo sobrehumano a la hora de entender lo que pasa, la comodidad mental será completa y habrá menos posibilidades de que paremos la reproducción.
Siempre ha habido contenido para conectar y contenido para desconectar. Este último, en especial, se ha convertido en un brillante en bruto para Netflix. Barato, de producción rápida y con un rendimiento extraordinario entre sus clientes. La pregunta es cuándo empezarán a preocuparnos las consecuencias de estar, deliberadamente, contribuyendo a bajar tantísimo el listón.
Suscríbete para seguir leyendo
- Así era en los años 60 una de las zonas más turísticas de Mallorca
- Las máquinas de multar más temidas en Palma: mapa de los radares y semáforos que cazan a 290 infractores al día
- Muere un hombre de 61 años en un accidente con una retroexcavadora en una nave industrial junto al hipódromo de Manacor
- Este es el calendario por pueblos para explicar la legalización de viviendas en suelo rústico
- Aumentan las críticas de Baleares a la decisión del Gobierno central de tumbar el registro obligatorio para los agentes inmobiliarios
- Todavía hay tiempo para conseguir plaza en el Imserso: precios y días aún disponibles para viajar a Mallorca
- ¿Cuándo se celebra el Carnaval 2025 en Mallorca? Fechas y ‘rues’ más destacadas
- Tensión vecinal en una reunión con el Govern y el Ayuntamiento por los 60 pisos nuevos de Cas Català: 'Esto será una ratonera