Opinión | Tribuna

Groenlandia ya dijo no a Europa y pronto elegirá Estados Unidos

El presidente estadounidense, Donald Trump

El presidente estadounidense, Donald Trump / Europa Press/Contacto/Yuri Gripas - Pool via CNP

En su toma de posesión Trump no dijo nada de Groenlandia. Se despachó a gusto sobre la necesidad de recuperar el canal de Panamá y se refirió a Canadá, junto a México y China a la hora nombrar su nueva política arancelaria. Lo de Canadá, jurídicamente tiene su aquel, pues como Australia y otras excolonias británicas siguen manteniendo al rey del Reino Unido como su soberano; aunque no sea más que una pleitesía formal.

De esta suerte, la máxima autoridad política lo ocupa un Gobernador General, que teóricamente representante a la Corona. Así, parecería solo un acto jurídico político, no de traspaso de soberanía, pasar de un gobernador británico a uno Estadounidense, el 51 estado de la Unión. Fantasía sin duda, porque el estado de bienestar de calidad europea de Canadá se vería afectado de verse sometido a las leyes federales de su vecino. A los canadienses no les podría interesar. Caso distinto es Groenlandia.

Mi admirado Enric Juliana publicó el artículo El mapa lo explica todo, centrado en la contemplación del mapa del Ártico. Hacía referencia a la teoría del Heartland del inglés John Mackinder, en 1904, geógrafo, creador del concepto de geopolítica, que razonaba que el mundo pivota en torno a una región natural, ocupada por Rusia europea y Siberia, que proyecta su destino de dominio sobre las tierras del sur, europeas y asiáticas. La teoría de Mackinder, fallecido en 1947 con 86 años, fue cabecera de las cancillerías de exteriores de las potencias hegemónicas y tuvo su reflejo en la política de bloques en la guerra fría.

La ambición de Trump por el Ártico se centra especialmente en Groenlandia. Una isla, hoy, cubierta de hielo en su 83 por ciento, con una población de solo 60 mil habitantes, el 81 por ciento indígena, y que se agrupa en pocas poblaciones; Nuuk, la capital, en la costa del oeste mirando a las tierras de Canadá y no en la costa este, que la acercaría a la antigua metrópoli danesa.

Pertenece a Dinamarca como colonia hasta 1953 y, actualmente, es un territorio autónomo desde 1979, saliendo de la Europa Comunitaria en 1986, tras referéndum un año antes, a pesar de que el país administrador permaneciera en la Europa de la Unión. En 2008 le fue reconocido el derecho de autodeterminación y, por tanto, nada impediría un referéndum de salida de Dinamarca y su adhesión a Estados Unidos; posiblemente con un estatuto de Estado Libre Asociado, al estilo de Puerto Rico.

Un referéndum de salida de la órbita europea, y entrada en el nuevo orden norteamericano, sería previsible a corto o a medio plazo. La población Inuit, víctima en los años cincuenta del siglo pasado de prácticas genocidas, con programas de esterilización de la población Inuit y el rapto de niños para que fueran educados en la metrópolis, generó, y persiste, resentimiento y pocas simpatías hacia la administración europea.

Llegado al punto en que se ofreciera un programa de país, atractivo, Groenlandia bascularía hacia un futuro americano obviando su pasado europeo; máxime teniendo en cuenta las muchas empresas mineras norteamericanas que ya están operando en los territorios del norte y proporcionan riqueza.

Con la soberanía sobre Groenlandia, y Alaska, Estados Unidos estaría en una posición efectiva de contrapoder a la hegemonía rusa en el Ártico en la vertiente comercial, controlando el paso del estrecho de Bering, la entrada al paso del Noroeste desde el Pacífico, y la bahía de Baffin que, con el avance del deshielo, se convertirá en el estrecho Baffin, la entrada del paso del Noroeste desde el Atlántico.

Desde el punto de vista de la hegemonía político-militar, Estados Unidos ya dispone de la base militar de Thule, 1951, en el norte de la isla en su margen occidental, pero, la incorporación de Groenlandia a su soberanía y la reactivación de la Station Nord, base militar danesa en el nordeste de la isla, supondría el control efectivo de Estados Unidos sobre el Ártico en envergadura equiparable a la rusa. El archipiélago de las Spitsbergen, de soberanía Noruega, en la OTAN pero fuera de la Unión Europea, completaría los estados presentes en el Polo.

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