Opinión | Al Azar

El fiscal general sale respondón

Álvaro García Ortiz.

Álvaro García Ortiz. / EFE

La esencia de una cacería victoriosa no es el vestuario, ni la calidad del armamento aprestado, ni siquiera la experiencia previa del cazador. Todo reposa en la presa, y así damos la bienvenida a Álvaro García Ortiz, condenado de antemano a ser un juguete de los poderes que quieren derribarlo. ¿A que se debe esta predisposición? A su aspecto bonachón. Los seres humanos reconocen abiertamente que son capaces de enamorarse de una nariz, aunque ayuda que esté incorporada a Nicole Kidman, para desacreditar a continuación la evidencia de que decisiones trascendentales vienen guiadas por una peca. El carácter risueño del fiscal de los recados del Gobierno lo convierte en víctima propiciatoria. Procede recordar que esta predisposición fisionómica no lo absuelve, porque los hipocondriacos enferman y los paranoicos también sufren persecución.

En el colmo de la paradoja, el aspecto de oso de peluche de García Ortiz no solo es una malla que lo protege de la contradicción insoportable de seguir en el cargo, tras haberse convertido en el primer fiscal general del Estado bajo imputación de la historia. Su indiferencia sonriente lo aproxima a la invulnerabilidad. Puede seguir tan campante, pese a las banderillas, precisamente porque no parece el supremo de la fiscalía. Comparen aunque sea brevemente con la imagen demasiado ceñuda del juez que lo persigue.

El fiscal general ha salido respondón, está ganando la peligrosa guerra de la imagen. Ni siquiera se analiza aquí la fragilidad del delito, hablar con periodistas, una exigencia de probidad que hubiera encarcelado a algunos de sus predecesores. Tampoco se olvida que un perfil inofensivo puede ocultar al peligroso acusador que amenazó en TVE de que disponía de datos reservados sobre personalidades. Detrás y delante de García Ortiz se encuentra Pedro Sánchez, el verdadero monstruo a atrapar por parte de los cazadores. La partida no puede prolongarse indefinidamente, las tornas se invierten. En España, el que resiste, gana (Cela, musicado por el Dúo Dinámico).

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents