Opinión | tribuna

Director General de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural.

750.000 gallinas juntas es una macrogranja

El tema de la macrogranja de Sineu llega al pleno del Consell.

El tema de la macrogranja de Sineu llega al pleno del Consell. / DM

Ojalá tuviéramos 75 granjas de 10.000 gallinas cada una repartidas por todas las Illes Balears. Una explotación de 10.000 gallinas es viable económicamente tanto si es en convencional como en ecológico. Pero 750.000 gallinas en una sola granja, es algo distinto. Objetivamente es una macrogranja. Cada vez soy más partidario de utilizar el sentido común para abordar los problemas. El sentido común permite llegar a acuerdos entre quienes en principio tendrían posiciones diferentes. El sentido común nos dice que por encima de ciertas dimensiones y además en un territorio limitado como es una isla, hay proyectos que son inasumibles social y ambientalmente. El conseller de Agricultura tira mucho de sentido común y quizás es una de las razones por las que nos hemos entendido desde que nos conocimos. Més per Mallorca también ha utilizado el sentido común para buscar una solución final al tema de las macrogranjas de aves y apoyará el decreto ley que el Govern someterá a convalidación. Es una muy buena noticia. ¿Qué hubiera sucedido si los vecinos de los municipios del Pla de Mallorca y sus ayuntamientos no se hubieran plantado desde el inicio con el proyecto de la macrogranja de Sineu? No sé si el resultado hubiera sido distinto, pero el camino desde luego sí y soy un convencido de que los procesos sociales en una democracia son importantes. Por otra parte, no me podría haber imaginado una situación en la que las plataformas y asociaciones vecinales no hubieran reaccionado. Si alguien pensó que no habría contestación social a una macrogranja, es que está absolutamente ajeno a lo que sucede con estos temas en tantas comarcas de España.

Volviendo al concepto de macrogranja, debatir sobre el tamaño a partir del cual consideramos una granja como macrogranja puede ser tremendamente subjetivo, hasta que nos encontramos con proyectos de 750.000 gallinas ponedoras, o la macrogranja de 23.000 vacas lecheras que hace unos años se pretendió instalar en el pueblo soriano de Noviercas. El problema es posicionarse sobre explotaciones lecheras de 1.000 vacas o explotaciones porcinas de 4.000 cerdos de cebo. La geografía española está plagada de movimientos sociales en contra de la instalación de grandes granjas o macrogranjas. Los limites normativos avanzan, aunque no terminamos de cerrar el debate.

A nivel europeo, solo tenemos la Directiva 2010/75 de 24 de noviembre de 2010 sobre las emisiones industriales y emisiones derivadas de la cría de ganado (prevención y control integrados de la contaminación) que establece la obligación de disponer de autorización ambiental integrada y aplicar las mejores técnicas disponibles (MTD) a las granjas de aves que superen las 40.000 plazas y las granjas de más de 2.000 plazas de cerdos de engorde o 750 madres reproductoras. Pero esto no es una limitación del tamaño, sino un aumento del control ambiental sobre el diseño y la gestión de las granjas que superan este tamaño.

El espacio normativo adecuado para introducir el límite al tamaño de las granjas es el nacional y en nuestro caso son los decretos de ordenación ganadera las normas adecuadas para ellos. Cada especie ganadera tiene una norma de ordenación que regula todos los aspectos relacionados con cada sector. Así, tenemos el decreto 637/2021 de ordenación de granjas avícolas, el decreto 306/2020 de ordenación de granjas de porcino intensivo, o el decreto 1053/2022 de ordenación de granjas bovinas. No tenemos todavía ordenación del sector ovino y caprino y no estaría mal que el Ministerio lo abordara. De los tres decretos de ordenación citados, tanto el del porcino como el del bovino de leche y carne, han puesto límite al tamaño permitido de las granjas y, además, establecen hasta donde podemos las Comunidades Autónomas ampliar este límite con un porcentaje del 10 o el 20% más, de manera que ninguna pueda sobrepasarse. Sin embargo, el legislador no estableció límite en las explotaciones de aves. Curiosamente, solo un año separa su norma de las dos siguientes. Aunque siempre es delicado y aunque solo fuera por mantener la coherencia con los otros sectores, no estaría tampoco mal que el Ministerio introdujera una modificación en el mismo sentido. Algunos pueden pensar que el tamaño máximo que marcan los decretos de ordenación es demasiado laxo; granjas de 850 vacas lecheras o 5.350 cerdos de cebo de entre 20 y 120 kg son grandes, pero no son macrogranjas. Hay otros que lo consideran reducido. Yo creo que es adecuado. No podemos negar la realidad de un sector ganadero que aumenta el tamaño de sus explotaciones en busca de la rentabilidad pero que actúa con absoluta responsabilidad ambiental o sanitaria. El espacio que hay entre el tamaño en el cual crecen los controles y el límite absoluto sirve justo ahí. Poder valorar cuando una granja siendo grande o muy grande se ha diseñado de manera adecuada y cumple con todas las normas en su gestión.

Para terminar, nos queda una cuestión mucho más compleja de resolver. La densidad de las granjas o cabezas de ganado instaladas en un territorio. Muchas de las movilizaciones sociales tienen que ver con esto. Siempre he dicho que comarcas como Segriá o Urgel en Lleida, Cuéllar en Segovia o Valle del Guadalentín en Murcia debían abordar el tema no desde el tamaño de las granjas, sino la densidad y la capacidad de carga de sus territorios. Pero para esto, por ahora, tenemos pocos instrumentos. El trámite ambiental servirá para valorar este aspecto cuando las granjas sean grandes, Las concesiones de agua por parte de las explotaciones puede ser otra vía para ello, pero la ordenación ganadera actual no aborda esta cuestión y debería hacerlo, aunque no es fácil

Por ahora, en Islas Baleares hemos dado un paso más y hemos logrado poner un límite máximo al tamaño de las granjas de aves cosa nada fácil. Hay mucho debate todavía.

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