Opinión
Es Jonquet, el declive de la barriada más singular de Palma

B. Ramon
Carcomido como si hubiera sido rociado con ácido. La asociación vecinal Barri Cívic de Santa Catalina, a la que hay que reconocer su lucha incansable por la supervivencia del barrio, ha denunciado esta semana el mal estado en el que se encuentra el edificio catalogado del Rentadors del Jonquet, cuya fachada posterior se ha convertido desde hace tiempo en un urinario público, víctima del incivismo desbocado, de la falta de respeto más absoluto por los elementos singulares de nuestro patrimonio y de esa perversa tendencia tan presente en el diseño urbanístico de Palma de degradar las zonas residenciales que todavía poseen algún encanto convirtiéndolas en zonas de ocio nocturno, un mal del que es responsable este Ayuntamiento y todos los que le precedieron sin ninguna excepción.
Hemos contemplado este fenómeno tantas veces en diferentes zonas de la ciudad que ya conocemos el final de memoria. El ocio nocturno y el uso residencial entran en conflicto. La extensión del primero expulsa paulatinamente a los vecinos hartos de ruido y bullicio. Bares y restaurantes van conquistando nuevos espacios y abaratando poco a poco los locales, cada vez de menor calidad. Hasta que después de los vecinos también desaparecen los clientes en busca de otra zonas de ocio nocturno más atractivas. Y al llegar al punto de no retorno la rueda de la renovación y la inversión vuelve a ponerse en marcha, con precios cada vez más inaccesibles para el residente.

Pintada en la primera línea, en el balcón frente a las discotecas / Redacción Digital
Paseando por es Jonquet o lo que queda de esa singularísima barriada, uno puede concluir que la máxima protección patrimonial que le fue otorgada en 2009, convirtiendo el barrio en Bien de Interés Cultural, le ha servido de poco. Y no digamos el Plan Especial de Protección de 2023. El barrio parece un museo del grafiti, la mayoría de los viejos molinos amenazan ruina y los locales de ocio nocturno siguen a pleno rendimiento, pese a que este 2025 se les acaba la prórroga municipal.
La rueda de la renovación urbanística se ha activado en la barriada en el solar del Mar i Terra, el último espacio libre, donde se proyecta una promoción de lujo de 57 viviendas con las mejores vistas de Palma y precios de hasta 3,6 millones el piso. Ni las sargantanes del talud están a salvo de no ser desalojadas.
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