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Pilar Bernabé, delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana: La copresidenta valenciana

Pilar Bernabé, delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana.

Pilar Bernabé, delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana. / EP

La DANA es una tragedia y un monumental error de casting, nadie ha interpretado correctamente su papel. Carlos Mazón experimenta el drama de un presidente autonómico privado de su restaurante favorito, Pedro Sánchezfue molido a palos en una visita de inspección. Y quienes salvan al Rey, por supuesto desde Madrid, han de explicar por qué su mensaje navideño de décimo aniversario tras la riada ha obtenido pésimos datos de audiencia, comparado consigo mismo.

La única figura pública que sobrevivió a la DANA sin salir ‘achicharrada’, en adjetivación de Aimar Bretos, es Pilar Bernabé (46). Tampoco conocida como la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, el cargo abstracto en que se limitan a envolverla quienes todavía no creen necesario aprenderse su nombre concreto.

Pilar Bernabé es tan sobrevenida en el resto del país que revisaré a cada párrafo la correcta escritura de su nombre. No sea que se me cuele un casi homófono Rita Barberá, ahora que el PSOE promociona a su delegada como futura alcaldesa de Valencia. La encartada prefiere encomendarse a Carmen Alborch, porque los políticos difuntos no emiten desmentidos. Pero hemos ido demasiado lejos demasiado deprisa, imbuidos por la irresistible ascensión de la protagonista de esta historia.

Dado que Mazón no cocina su futuro, Bernabé se ha encaramado a copresidenta valenciana desde su cargo anodino a escala estatal, pero de alto riesgo en su comunidad. En la región levantina, un delegado del Gobierno del partido de costumbre consiguió ser detenido en el ejercicio del cargo por presunta corrupción, nadie hubiera imaginado que se pudiera delinquir supuestamente en los cócteles que definen esta jerarquía enaltecida.

El currículum de la copresidenta valenciana está reseco. Tiene mérito haber rellenado seis párrafos de la presentación de su anterior cargo de delegada, cuando su trayectoria se resume en tres años previos de «cuarta teniente de alcalde de Valencia». A Bernabé no la define su historial, sino su carácter. Ordena y manda, aunque ha endulzado su apariencia coincidiendo con su promoción estelar.

Bernabé luce el ceño fruncido (redundancia enfática deliberada, no basta con «ceñuda») de las personas acostumbradas a tener razón, o a adjudicársela sin aguardar al consenso ajeno. En su comparecencia con motivo de un incendio forestal, parecía estar dándole instrucciones al fuego. Era una perfecta desconocida, pero con la misma ambición que hoy la ha catapultado.

Pilar Bernabé tiene más vocación castrense que Leonor de Borbón, y ya fue teniente aunque solo de alcalde. El enemigo Mazón no le sirve ni de aperitivo, así que la Gobernadora Civil desafía hoy al Gobernador Militar. Se dirige a Francisco José Gan Pampols como si fuera su superiora, insolencia que frente a un teniente general roza la rebelión.

En los manifiestos postDANA de Bernabé hay más autopropaganda que denuncia, por no hablar de la urgencia por escurrir el bulto. Con 230 muertos no caben inocentes, así que procede enumerar las responsabilidades de la riada por orden de importancia:

1) El todavía presidente de la Comunidad, hasta el punto de que ya no corresponde hablar del problema de Mazón sino de Mazón como problema.

2) El Gobierno y su presidente, por no asumir de inmediato la dirección de las operaciones. Este factor enloda a Bernabé, protegida paradójicamente por la continuidad del gourmet Mazón.

Salida de la nada y de la DANA, a la agnóstica Bernabé se le aplica la célebre cita de Bernard Shaw, «Dios está fabricándose». El destino de la delegada/copresidenta se fija en la alcaldía de Valencia. Sin embargo, Diana Morant tiene derecho a mirarla recelosa, mientras la ministra abraza su candidatura al puesto que Mazón ha dejado ayuno. En tiempos de crisis, el votante prefiere a personas despeinadas.

El liderazgo de Bernabé en las inundaciones valencianas fue aprovechado por Sánchez para lanzarla a la cúpula del PSOE, por medio del Congreso sevillano del partido. La copresidenta cambió allí de siglas, de DANA a LGTBI, ahora también con la amputación del tramo Q+. Curiosamente, la mujer que no se amilana ante la mayor tragedia de la España contemporánea, se aturulla y se esconde ante el retroceso trans del PSOE. Se queda a un paso del trumpista «mi mejor amigo es gay».

Demos pues la bienvenida a la nueva Secretaria de Igualdad socialista, el cargo que Bernabé ha corrido a inscribir en su perfil de Instagram, una línea por encima de «Mami de Núria y Antoni». Sustituye a Ana Redondo, ministra del ramo, como número cuatro del PSOE. La delegada del Gobierno quiere ser delegada en el Gobierno.

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