Opinión

Miel, limón & vinagre | Miguel Maldonado, presentador de televisión y humorista: Más cilantro que croqueta

Miguel Maldonado (Murcia, 1986), realizador de televisión, presentador y humorista.

Miguel Maldonado (Murcia, 1986), realizador de televisión, presentador y humorista. / El Periódico

Nací en una época en la que lo políticamente correcto, lo que estaba más de moda, lo que entraba más por los ojos, tenía cierto corte progre. Así era en los ochenta, noventa y principios de los 2000. Algo hizo crac en algún momento y el mundo empezó a girar en sentido contrario. Hasta los programas que debían ser blancos y entretenidos para toda la familia ahora incluyen en sus espacios a los cuñados 2.0 para hablar de política y criticar al Gobierno que no es de su cuerda. Estamos dispuestos a tragarnos hasta a negacionistas y neocazafantasmas.

En este escenario con cierto olor a naftalina, un grupito de rojos aguanta el embate demodé. Entre ellos, uno de los murcianos de éxito, que no es ni Carlos Alcaraz ni Jaime Lorente. Hablo del cómico Miguel Maldonado, conocido por muchos como Maltorres.

En la actualidad triunfa con dos pódcasts. En uno, Sastre y Maldonado, acompaña a José Luis Sastre, periodista de la cadena SER que pone el lado más serio del programa. Y menos mal. Maldonado, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Murcia, lo mismo te cuenta unas efemérides que sale con la última aventura de su perra.

De hecho, en el programa A vivir que son dos días, hizo uso de Conchita (la perra) para explicar la manera de funcionar de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. «Para cortarle las uñas —explicó Maldonado—me enfundé la cabeza en plástico de cocina y me unté la zona de la frente con paté». Desde aquí solo puede mejorar. «Mientras que la perra lamía el paté, yo podía cortarle las pezuñas». La maniobra de distracción es una obra maestra, no se puede negar. El giro viene ahora. «Eso es lo que hace Isabel Díaz Ayuso con todos nosotros». Mientras la presidenta de la comunidad inauguraba el belén de la Puerta del Sol, dijo que «nos quieren quitar la Navidad». Según la teoría de este paisano mío, a ella «no le gusta decir eso, no le gusta echarse ese paté en la frente, pero tiene que hacerlo para que nosotros estemos distraídos mientras ella recorta el presupuesto de la universidad pública, que le pedía un aumento del 18% y ella dijo, en vez del 18%, os doy el 0,9%». Eso es, concluye, «el corte de uñas».

Maldonado, como pueden ver, es de esos humoristas que no pueden gustar a todo el mundo. Es más cilantro que croqueta. O te hace mucha gracia o le deseas que se resbale y se caiga de culo en mitad de la Gran Vía, bien sea la de Madrid o la de Murcia. Y pongo la mano en el fuego por que, tal y como está el panorama, le han dicho cosas mucho peores, especialmente a través de redes sociales y desde perfiles anónimos, como hacen los cuñados 2.0 que no tienen aún su espacio en la televisión generalista.

Dice que tiene una «tara en el habla», una invalidez, para referirse a su tartamudez. La primera regla de un humorista es reírse de uno mismo. Maldonado, muy buen estudiante de Historia del Arte, llegó a este mundillo de la comedia tras dar varios tumbos. «No hay otra manera de hacerlo que no sea rebotando», dijo en una entrevista para su universidad. Y es que de Murcia se fue a hacer un curso de cine y de ahí pasó a ser ayudante de realización… En una de estas conoció a su compañero de viaje, Facu Díaz, de su misma onda y con el que en la actualidad presenta el otro pódcast con el que lo está petando, Quieto todo el mundo, no apto para españoles rancios y sin sentido del humor.

Llenar teatros

Con este programa van llenando teatros a lo largo y ancho de España. Es muy sencillo. Después de saludar al público y contarse qué tal les va, una impresora empieza a escupir noticias que Facu Díaz va leyendo mientras Miguel Maldonado va soltando ocurrencias. Les gustan especialmente aquellas informaciones, claro que sí, sobre Isabel Díaz Ayuso. Más aún, incluso, si es de esta dirigente del PP y su novio, Alberto González Amador, a quien llaman cariñosamente el Pelucas. Busquen la relación en Google si no saben por qué.

Si pudiera viajar en el tiempo, seguro que la presidenta de la Comunidad de Madrid habría impedido que Miguel Maldonado hiciera sus prácticas de Historia del Arte en el Museo Salzillo de Murcia. Explicando una exposición, al público le empezó a dar la risa. «Alguna tecla di», reconoció él mismo en una ocasión. Así empezó el muchacho. El terror de los cuñados 2.0.

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