Opinión | Desde el siglo XX

PSOE y Més: no solo inútiles, también tóxicos

Las derechas mallorquinas, pese a las trifulcas que protagonizan, pueden dormir tranquilas: PSOE y Més acreditan tal nivel de incompetencia que devienen en inoperantes, no son contrincante electoral para PP y Vox

Estaba el Gobierno de la presidenta Marga Prohens a un tris de colapsar, paralizado por su estulticia y por la decisión de Vox de ser, a la vez, socio y oposición, doble juego que convendremos practica con notable pericia. A un tris, y hete aquí que las izquierdas, socialistas y la beatífica congregación de Més (antes PSM), salieron raudas al rescate a cambio de nada; es nada que Prohens se avenga a no derogar la Ley de Memoria, fruslería sin trascendencia: sobre las leyes autonómicas prevalece la normativa estatal, dique contra el que se estrella, aquí y ahora, el miserable revisionismo de la derecha, incapaz de asumir plenamente que lo del 18 de julio de 1936 fue un golpe de Estado militar, lo que vino después dictadura que asesinó a mansalva. A cambio de nada las izquierdas han evitado el hundimiento del inoperante Ejecutivo del PP, que llegaba, proclamó Prohens, sin mochilas. La falsedad de la hueca proclama se hace evidente con la aprobación de la Ley de Simplificación Administrativa, eufemismo tras el que asoma la cabeza de la turbia amnistía urbanística, continuar facilitando, cómo no, la destrucción del territorio. Y menos de 48 horas después de la reanimación obsequiada gentilmente por las izquierdas al PP, va Prohens ampliando a tres años el plazo para obras irregulares en terreno rústico. Merecida bofetada a la imbecilidad de las izquierdas. Noqueado Yago Negueruela, portavoz por delegación de Francina Armengol, vampirizado por el PP el obispo Lluis Apesteguia, que apacienta el rebaño de la beatífica congregación de Més (antes PSM), se hace imprescindible apartarlos si las izquierdas desean sacar la cabeza del hoyo en la primavera de 2027. No es fácil que acontezca: acumulan a la inutilidad, manifiesta toxicidad. Son ridículas. Inoperantes. Han transmutado en parodia. No son actores reconocibles del cuadro político mallorquín, solo cuentan para apuntalar al PP cuando las exigencias de Vox resultan en exceso estridentes, poco digeribles, incluso para sus profundas tragaderas. Y atendamos a lo que declara ese cum laude de la indigencia política, Sebastián Sagreras, portavoz de los populares: «pese a que Vox ha dejado de ser socio prioritario, sería una falta de respeto no negociar con ellos». Otro merecido sopapo a la estafa que el PSOE y la beatífica congregación de Més (antes PSM) perpetran con sus votantes. El obispo Apesteguia va más lejos todavía: anuncia desde el púlpito que si el PP declina pactar con Vox están dispuestos a negociar los presupuestos. Deja en nada a sus predecesores: Mateu Morro, Pere Sampol, a todos los pesemeros que han desmentido reiteradamente su autoproclamada condición de izquierdistas. Nunca lo fueron.

Y es Vox quien aprovechando los reiterados obsequios que se le hacen, incrementa expectativas electorales. Reiterémoslo: ha entendido cómo ser al unísono oposición al PP y socio preferente, al que le ha aprobado los presupuestos en el Consell de Mallorca, y están en ello en ayuntamientos tan significativos como los de Palma, Calvià y Marratxí. El alcalde Martínez ha hincado la rodilla ante la presión del exgeneral de Vox. Las izquierdas, sin darse por enteradas del cambalache, impertérritas, se descalabran, exhiben su sobrevenida toxicidad, cabreando a sus menguados votantes, que, hastiados, acabarán por por desertar en masa. ¿Se han apercibido Francina Armengol, Iago Negueruela y el obispo Apesteguia? ¿No hay nadie en sus organizaciones que les diga se ha acabado, hasta aquí hemos llegado?

Acotación desasosegada.- Dejó dicho Mark Twain que la historia no se repite, pero a menudo rima. La década de los 30 del pasado siglo y la que vivimos acumula olvidadas e inquietantes reverberaciones, una cierta rima sí es detectable.

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