Opinión | tribuna

Presupuestos

Ahora que en cada uno de los niveles territoriales estamos en época de tramitación de los presupuestos públicos para el año próximo, es frecuente ver titulares que hacen referencia a que esta o aquella fuerza política dice que no va a dar su aprobación al proyecto presentado por el respectivo gobierno, si no se accede a determinadas demandas y peticiones que nada tienen que ver con el contenido de esos presupuestos.

Para muestra, el titular de portada de DM de día 5 de diciembre: «Prohens se ve abocada a prorrogar el presupuesto al vetar las exigencias de Vox. La ultraderecha demanda que el catalán deje de ser vehicular en la educación para apoyar las cuentas». Y lo mismo vale para los presupuestos generales del Estado, comunidades autónomas o corporaciones Locales: resulta que lo que se debería discutir ni se menciona, y, en cambio, el debate político va por otros derroteros totalmente ajenos a lo que es el presupuesto de una entidad pública (que, según la conceptuación habitual, consiste en la expresión cifrada, conjunta y sistemática de las obligaciones que, como máximo, pueda reconocer y los derechos que prevea liquidar durante el correspondiente periodo anual).

Me parece que esa forma de actuar -ya digo, común a todos los partidos políticos, en cualquier foro- es completamente incorrecta, ya que lo que habría que tratar, y ver si está bien o mal, es ese contenido numérico y si lo que se pretende hacer es positivo o negativo. En definitiva, lo que tocaría sería discutir sobre lo que es objeto de debate y votación (o sea, el proyecto de presupuesto) y no sobre otras cuestiones que nada tienen que ver con éste.

Por tanto, en teoría, el debate sobre presupuestos debería tratar sobre gastos e ingresos públicos previsibles para el ejercicio correspondiente, y no sobre otros temas totalmente ajenos, como sucede ahora.

Creo que ésta es otra muestra más de mala praxis de nuestra clase política, encaminada a obtener mediante un sistema cercano al chantaje algunas cuestiones que no se han podido conseguir mediante los votos alcanzados en las urnas. Se trata de hacer un totum revolutum, en el que cualquier cosa cabe y no se hace distinción de un tema u otro, con tal de desgastar al correspondiente gobierno y/u obtener medidas inalcanzadas en su día, por la falta de apoyo electoral.

Seguro que todos tenemos en mente casos en que eso ha ido sucediendo, sobre todo estos últimos años, cada vez que se han tenido que aprobar los presupuestos, tanto a nivel estatal (Junts, el procés, etc), como a nivel autonómico (Vox, lengua catalana, inmigrantes, etc).

Lo que me lleva a recordar las palabras del desparecido Marcos Mundstock, integrante del añorado grupo Les Luthiers, con ocasión de una disertación que se iba alejando de su objeto inicial: señores, están debatiendo fuera del recipiente.

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