Opinión | DESDE EL SIGLO XX

De despropósito en despropósito, y Vox comiendo palomitas

En el verano de 2023 nadie con algo de sentido común, vistos los resultados de las elecciones, fue capaz de anticipar que año y medio después la gobernanza de la Comunidad Autónoma balear devendría en inacabable disparate

De despropósito en despropósito, y Vox comiendo palomitas

De despropósito en despropósito, y Vox comiendo palomitas / Ingimage / Raúl Sanz

El PP de la señora Marga Prohens, presidenta nominal (hoy más que ayer, probablemente menos que mañana) de la Comunidad Autónoma balear, se ha desquiciado; no es que haya extraviado el rumbo que nunca tuvo, sino que, zarandeada por Vox, que sí sabe hacia dónde quiere dirigir la política mallorquina, es incapaz de limitar daños, de embridar el desastre al que se asiste impotente en el Consulado del Mar. No es exageración: estamos ante una presidenta inane, que, sin accidente reseñable de por medio, deambula casi tan sonada como lo está Carlos Mazón en Valencia. Allí han padecido tragedia descomunal, aquí lamentable farsa política, que tiene a la presidenta en el papel principal. Hay más actores que no son de mero reparto: el vicepresidente Antoni Costa, metepatas sobrevenido (protector de un agresor sexual); Sebastián Sagreras, portavoz incapaz, y ristra de limitados (as) figurantes a los que hacer política les viene muy grande. El gobernante PP mallorquín está hecho unos zorros; va bien acompañado por la izquierda, que exhibe condición liliputiense: el PSOE, descabezado, sin dirigente reconocible (Francina Armengol no cuenta, pero se niega en redondo a dar paso a la renovación del partido; allá los socialistas con sus decisiones, tan torpes como egoístas, que les conducen a otro desastre electoral), y, por supuesto, la beatífica congregación de Més (antes PSM) que, pastoreados por el reverendo Apesteguia, se ofrecen una y otra vez al PP. El reverendo implora, humillado, que la derecha le permita sentarse a su mesa. No es novedad, sino norma en la colección de dirigentes que el PSM ha brindado: siempre dispuestos a servir a la derecha. El patriarca Gabriel Cañellas les tenía cogida la medida. Se carcajeaba en sus narices ante su estulticia. A los clérigos metidos en política hay que verlos como lo que son: sepulcros blanqueados.

Hete aquí que las izquierdas se avienen a salvar del colapso final a la señora Prohens a cambio de que no se derogue la Ley de Memoria Histórica, obscena liquidación que no iba a tener efectos prácticos: aguardaba el recurso del Gobierno central ante el Tribunal Constitucional (TC) bloqueando la barrabasada que el PP estaba dispuesto a perpetrar. Visto el tinglado, Costa, siempre él, ha dicho que sin presupuestos «no pasa absolutamente nada», se prorrogan lo actuales y a barajar. La insolvencia del vicepresidente es llamativa, al igual que su desvergüenza, pero si se afirma en el PP que Sánchez no puede gobernar sin presupuestos, cómo lo hace Prohens sin los suyos.

Y con todo eso tenemos a Vox chapoteando satisfecho en el desastre mayúsculo de sus socios (siguen gobernando juntos en el Consell y en ayuntamientos importantes caso de Calvià, uno de los municipios turísticos con mayor presupuesto de España) y de las zarrapastrosas izquierdas. Sin líderes y sin programa, la extrema derecha crece sin parar, lo que posibilita que una analfabeta política, caso de Manuela Cañadas, diga ufana que esperan las elecciones anticipadas, las que no convocará Prohens, comiendo palomitas. Vox ha dejado a la presidenta al pairo. Las izquierdas se aprestan al rescate: el reverendo Apesteguia sermonea que se le debe facilitar el cometido. No se sustraerá de su diario desatino.

Acotación indignada.- Requisar banderas españolas con el escudo gallináceo franquista es vulnerar la libertad de expresión. Qué es eso de que Cort se incaute de las banderas y multe al tendero. Le asiste el derecho a ofrecerlas, como lo tienen quienes enaltecen la dictadura asesina del general Franco, al igual que ampara a los batasunos para homenajear a sus gudaris (asesinos) que abandonan las cárceles. La libertad de expresión lo es cuando ofende a la decencia. Parece que en Cort nunca se ha entendido.

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