Opinión | Miel, limón & vinagre

El látigo del Gobierno se pone las botas

Ana Rosa Quintana

Ana Rosa Quintana / Tele 5

En el mundo al revés, los magacines de tarde se personan en los lugares de la catástrofe para informar con diligencia mientras los programas serios emiten entrevistas lacrimógenas en las que políticas progresistas despellejan a sus exnovios metemanos caídos en desgracia, justificando su biografía sentimental sin venir a cuento. #Mecuestamuchocreeros. Ni a Rita Maestre que, buscando la salvación en Salvados, emuló la histórica aflicción de Lady Di: «Éramos tres en mi matrimonio, y eso es una multitud», con la coletilla atenuante «aunque yo no sabía nada». Ni a Ana Rosa Quintana embarrada en el más amplio sentido del término, pues ha tenido que salir al paso de las acusaciones de difundir bulos interesados durante su visita a Valencia. Llueve sobre mojado si recordamos reproches similares en la pandemia del covid, cuando se vio obligada a desmentir noticias mal contrastadas contra el Gobierno de coalición. TardeAR o PetardeAR en el ojo del huracán, una enviada especial al más alto nivel, omnipresente durante una semana en los diferentes programas de su productora y del canal que la cobija, Tele 5. Si el presidente de la Generalitat Carlos Mazón no tuviera ya el corazón ganado por otra profesional le ofrecería sin dudarlo la dirección general de À Punt, la televisión pública de la comunidad.

Pero seguro que ella le diría que no. La periodista de 68 años, en el podio de las más influyentes de nuestro país, no necesita padrino, se basta y se sobra, genera los puestos de trabajo que quiere con sus negocios. Es una marca a la altura de la Coca Cola con su nombre de pila compuesto, destilado incluso en sus iniciales. Ana Rosa, AR, además, no va de Mazón: ha visto y ha escuchado in situ a las víctimas de la tragedia. Ha vuelto con insomnio de la zona cero de la DANA y clama por que dimita hasta el apuntador, desde el Levante a la Moncloa, pero sobre todo en la Moncloa.

El látigo catódico del Gobierno emite un editorial tras otro contra Pedro Sánchez, acusándole de cosas que desmienten los vídeos que ella misma aporta, sin inmutarse, pues el jaleo azuza los audímetros y el programa debe continuar. El presidente ha dicho «si quieren ayuda, que la pidan». El presidente dice en realidad «si necesitan recursos que los pidan, ahí estará el Gobierno». Sánchez deja caer que sin presupuestos no habrá reconstrucción de las localidades inundadas. Ha afirmado en verdad que las ayudas llegarán con o sin ellos. Tenemos la peor oposición sobre la faz de la tierra, se le escapa a la esfinge Quintana que llega a tantos hogares. Aunque la oposición es ella. Qué mal tiene que estar la cosa en las derechas para que se resista a tirarles un flotador. Deberá venir ya su estimada Isabel Díaz Ayuso a coger las riendas. «En este programa no somos como en otros sitios. Repartimos las culpas, las que las tienen de un lado y las que la tienen de otro. En otros sitios solamente se mira a Mazón», dijo hace unos días en antena. Ciertamente, llamó «miserable» a una consellera valenciana que desmintió a una víctima, recriminándole que «tendría que haber dimitido ayer». Y se le han acabado los sinónimos de incompetencia para definir a las autoridades locales. Va a tener que llamar a sus amigos de Desokupa para el desalojo de la Generalitat.

Circulan cientos de imágenes de AR con las botas de goma, sentada aterida en una silla de campaña con un café, preparando la próxima intervención con sus colaboradores de confianza, o en el bordillo de una acera en la devastada Paiporta. Quede constancia gráfica de que se va a dejar la piel por las víctimas, que bajo el foco de la desgracia hay mucha competencia: Rosalía, Tamara Falcó, Mar Flores o Aitana, por no hablar de Iker Jiménez con su antiperiodismo extraterrestre. La presentadora es experta en sobrevivir (a un cáncer de mama, al plagio contrastado de un libro, a la reciente condena de su marido en una investigación ligada al comisario Villarejo) y afirma que no abandonará a quienes lo han perdido todo para que salgan adelante. Le brota la vena de millonaria a la también empresaria de apartamentos turísticos y otros negocios inmobiliarios cuando, en directo, ofrece a una mujer que ha perdido a su esposo y a su hija en la riada sus propios abogados para que la ayuden a exigir responsabilidades. A dos niños de once años de Picanya que reparten comida sin desmayo les regala un viaje a Disneylandia. Una mujer resolutiva, una comunicadora de acción. La Elon Musk de un Trump (aún) desconocido.

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