Fiesta de Todas las Santas

Realmente preferiría encarecidamente escribir de la belleza y del fabuloso erotismo en la fantástica traducción de Lola Badia de ese anónimo del SXIV que es “Galvany i el cavaller verd”, una joya del ciclo artúrico sin igual. Pero de vez en cuando debemos bajar al barro aunque salgamos de la ducha. Literalmente.

En 2004 y en ocasión de conocer a Rosa Laviña, la hija del librero anarquista, tuve la fortuna de contactar con ella y de mantener una rica y breve amistad. Entonces, ella, era una joven de 94 años. Militante de Mujeres Libres, como nuestras tías de Palafrugell, manifestó sin tapujos que estaba espantada del curso que iban tomando las cosas. Había ido de la mano de nuestra Palmira, bajo las bombas, hacia el exilio mientras los fascistas pisaban los talones y Líster dinamitaba puentes para facilitar la huida. Su feminismo se iniciaba de muy joven y se consolidaba en la anécdota de haberse casado en jueves y separado en viernes. Su novio, y marido por un día, era del POUM y al haber firmado le dijo: “Bueno, ahora ya puedes dejar la política” . La chica no se lo pensó dos veces antes de darle la patada en el culo y siguió su lucha junto a compañeras y compañeros. Era una más entre las miles de pioneras del feminismo en Catalunya, en España y en Europa. Pero no tendría manías a la hora de expresar su angustia y preocupación por el tronado feminismo que iba emergiendo paralelo y ya vaticinó los tumbos que iría pegando en sus contradicciones. Rosa Laviña sostenía que la lucha era de hombres y mujeres juntos contra la precariedad y las desigualdades.

Laviña pronosticaba el desastre, los derechos humanos van por zonas hipócritamente y además ya no le hacía ni pizca de gracia cómo se vulneraba la presunción de inocencia por el hecho de ser hombre. Todavía puede uno sentir angustia ante el terrible recuerdo por el sufrimiento al que fue sometida la chica rumana que trabajaba en el bar de la calle Socors de Palma, mientras su asesino raptor la torturaba y la paseaba libremente en el maletero, la pareja de la víctima era interrogada. El mal nacido circulaba con total desfachatez, hasta el punto de que alguien la vio atada en el coche en la parte de atrás. Toda la sociedad falló esa jornada; los apriorismos y prejuicios ideológicos, no. Implacablemente avanzan, tanto que la derecha más radical va dando lecciones de feminismo, pues lo ha recibido todo en bandeja.

Hoy estamos asistiendo a un linchamiento a un político al que no voy a defender para nada, ni tengo la más mínima información fiable y suficiente para poner una opinión coherente sobre el papel. Pero al margen del grave delito que se pueda haber cometido, el engranaje del interminable circo se vuelve a poner en marcha una vez más. La derecha imperial y sus líderes, que van a ganar de aquí a pocos días, Kamala Harris incluso ha ido a la frontera con México para criminalizar la inmigración como hizo Sunak en Reino Unido y eso es quemarse a lo bonzo políticamente. Sí, la misma derecha que acusa a la izquierda de pederastia con total impunidad hasta llegar a afirmar que sus líderes beben sangre de niños. Todo un clásico, Epstein estuvo de parte de Trump y ya se va notando. Bezos, Musk…esos van a ganar pues la izquierda abandonó su espacio y ya hace muchos años que todo se giró en este mundo de zumbados (occidental y incoherente) donde se celebró con palomitas en HBO la violación de Drogo a la ninfa, por cinco minutos, Daenerys Targaryen. Sí, en esa escena concebida en la primera temporada que tanto recomendó Pablo Iglesias en sus parlamentos, una retórica que me hizo siempre volver al ciclo artúrico y al libro: Monmouth, De Troyes… con hermosas imágenes universales. Esa mediocre serie la seguí un par de capítulos para complacer a mis hijos adolescentes, ingenuamente servidor les insistía que la historia de nuestro país nada les podía envidiar. Todo de risa a no ser por las seguidas violaciones y los interminables minutos de violencia gratuita. Subliminalmente se dejó muy claro que si el abusador tiene poder, del que sea, parece que todo cambia en un segmento de la desopinión pública. Nada nuevo en un firmamento donde había orbitado un putero guapo y rico como Richard Gere en los noventa, casi una apología de la prostitución rozando el cuento de hadas y princesas. Con esos trabajados lodos hoy estamos llegando a la pura paranoia. En literatura igual. “El lector” de Bernhard Schlink, donde una cincuentona se cepilla a un chaval de catorce, claro, es una auténtica historia de amor para las mismas que aseguran que Nabokov es un auténtico pederasta en “Lolita”. En todo caso, méritos literarios al margen, deberían estar en el mismo rasero, pero claro, cuando se cepillan a un niño suele ser historia romántica aunque en los USA nos vayan por delante en la contradicción: Jessie Goline, de 25 años, profesora de arte de un cole de Arkansas, fue detenida por haber consumado relaciones sexuales con cuatro alumnos menores. Aquí en Europa los hombres delinquen a diario y en España son consideradas auténticas proezas de precocidad muy bien valoradas y remuneradas como tiernas y maternales historias de amor que ni caben ser comentadas. Sí, miren a otro lado.

Ahora y aquí la víctima es una actriz que asegura ante la policía que el joven y apuesto político “me agarró del brazo, me llevó por la fuerza, me empujó sobre la cama y se sacó su miembro viril”. El presunto delincuente debe estar lamentando no ser un futbolista de élite, como mínimo, e incluso si fuese millonario y de derecha populista la cosa no pintaría tan mal. No pretendo desde este rincón poner en duda la razón que seguramente defiende la víctima, pero los derechos o son universales o no son nada y la presunción de inocencia salta por los aires en cada caso en el que haya alguien de género masculino implicado. Que la izquierda no lo sepa ver no hace más que confirmar que una vez más cayó en la trampa y que la derecha se sabe adaptar hasta el infinito y más allá. Los derechos son universales tanto si hablamos de explotación infantil como de la dignidad de la mujer o del hombre, de las niñas y …de los niños, y con la aporafobia de fondo, por supuesto. Doble bombazo, político presuntamente feminista y presuntamente de izquierdas cae en su propio cepo. ¿En qué momento se decidió que la defensa de los derechos humanos tiene ideología? La tarjeta de crédito de Gere en “Pretty Woman” es el único precedente que lo arregla todo y allana el camino al polvazo de Drogo con aplauso progre universal. Recuerden que en los 70’s ir de putas en ‘Interviú’ era un caché progre que abría muchas puertas, incluso a la derechona católica y apostólica. Si eres rico la cosa cambia, si eres un político con careto de niño de barrio pon las barbas imberbes a remojar que tú mismo has armado al verdugo.

Esta no es una postura ambigua ante ningún abuso de un hombre hacia una mujer vulnerando sus derechos universales, su dignidad como persona. Pretende exponer la enfermiza bipolaridad de una sociedad que evalúa los mismos hechos con diferente nota dependiendo del sexo, la ideología o el estamento social al que perteneces, otro gran clásico. El dinero lo puede todo, como ha sido siempre. Estarán ustedes de acuerdo, no en vano Jesús de Nazaret sintió predilección por María Magdalena ante todas las demás y contra todo el hipócrita decoro de consenso.