Opinión | Escrito sin red
El curso de formación
Vivimos una montaña rusa de acontecimientos sin tregua que nos hacen perder el resuello. Presenciamos al fiscal general haciéndonos saber por RTVE que acumula un arsenal ingente de información delicada sobre cualquier parte del espectro político, que, por supuesto jamás va a utilizar. Obviamente se refiere al PP. Jamás llegamos a pensar que una institución del Estado, obligada a defender la legalidad, pudiera enarbolar una velada amenaza al estilo de las propias de la mafia. Pero no era sino la posterior a una transgresión de la legalidad como la de difundir oficialmente detalles confidenciales de un expediente de la AEAT, que le ha supuesto ser imputado por ese delito por el Tribunal Supremo. Es el Estado colonizado por el PSOE contra la ley. Sabemos por la UCO que el encarcelado Aldama, el comisionista de las compras de mascarillas durante la pandemia, el interlocutor de Begoña Gómez y Javier Hidalgo en San Petersburgo, el que aparece fotografiado con Sánchez en espacio privado, el notario de la presencia de Delcy Rodríguez en Barajas con Ábalos y Koldo García, encausado por un fraude del IVA en la compra de hidrocarburos, exigía a Hidalgo el pago de la comisión por el rescate de Air Europa por el Gobierno, cuatro millones de euros. Se me revuelven las tripas al pensar que mis impuestos hayan servido para pagar al comisionista de la trama de Koldo. «Parece que todo ha servido», dice Aldama a Koldo (en román paladino: nuestras gestiones con el Gobierno han posibilitado el rescate). No el interés público, la corrupción ha dirigido el rescate.
Hace una semana se produjo la dimisión de Ínigo Errejón de su cargo como portavoz parlamentario de Sumar, partido integrante del Gobierno, y de su condición de diputado, al tiempo que difundía una carta pretendidamente explicativa tras haber trascendido la denuncia de una actriz acusándole de presuntos abusos sexuales y de consumo de sustancias (cocaína). La carta, redactada con el estilo propio del autor, supuestamente profundo, culto, aludía a la contradicción entre el personaje y la persona, que le había desarrollado «una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica» y que le había conducido a llevar «una forma de vida neoliberal». Errejón se presenta pues no como un maltratador sino como una víctima. El culpable de esos episodios por los que está sometido a tratamiento no es él sino el patriarcado y el neoliberalismo. Desde siempre los comunistas han desarrollado la tesis de que la naturaleza humana no existe, que todos somos una tabla rasa sobre la que la sociedad redacta nuestra identidad. Toda esta monserga sirve para posibilitar que no se sientan responsables de sus actos y, al mismo tiempo justificar sus ataques a las libertades para crear el nuevo hombre. Así ha sido la historia del comunismo, el asesinato de millones de humanos para edificar la sociedad sin clases, sin la más mínima mala conciencia. Si nos fijamos en sus entornos, los políticos comunistas que surgieron del 15M, Iglesias, Errejón, Monedero, Echenique…, proceden de familias de funcionarios de clase media relacionados con grupos de la extrema izquierda, Frap, ORT, LCR, PCE, formados en la Universidad Complutense. Cabría la conjetura de añadir al gen egoísta de Dawkins la existencia del gen comunista. Propio de los dirigentes comunistas ha sido la creación de sus propios serrallos. Laurenti Beria raptaba y violaba a todas las jóvenes que deseaba. A Mao le ofrecían sus propias hijas, a miles, los líderes territoriales del PCCH. Daniel Ortega violaba a mansalva en Nicaragua. Hace poco sabíamos del desmadre sexual violento del expresidente de Argentina, autodeclarado el más entusiasta feminista, el peronista Alberto Fernández, y las palizas a su mujer, ex artista. Conocidas las amantes sucesivas de esos dirigentes españoles, después colocadas en puestos públicos, cabe inscribirlos en esa tradición, de perfil revolucionario y poder público que enciende la imaginación de mujeres predispuestas a las grandes fantasías personales y colectivas.
Yo no sé si Errejón ha cometido algún delito. La denunciante de los hechos que podrían serlo lo hace con tres años de retraso y después de borrar unos mensajes en los que relataba a una amiga su relación con él al día siguiente de su encuentro sin hablar para nada de abusos (Errejón: «a las mujeres hay que creerlas siempre»). Lo que sé es que no es un adulto. Un adulto se hace responsable de sus actos, no responsabiliza ni al patriarcado ni al neoliberalismo, sus obsesiones políticas. Una persona decente no hace lo contrario de lo que predica. Errejón es un farsante, un hipócrita, un sinvergüenza. Está por ver que sea un delincuente. Plasmaron sus tesis del Sólo sí es sí convirtiendo todo lo personal en político y viceversa, nos dictaron cómo debía ser nuestra vida privada y ahora tienen las consecuencias. Son también unas farsantes Yolanda Díaz, Rita Maestre, Mónica García y Manuela Bergerot, que hicieron caso omiso a una denuncia contra Errejón en 2023 en Castellón y ahora se rasgan las vestiduras. Ni un asomo de dimisión de sus cargos bien retribuidos, ¿adónde iban a ir, a qué trabajo podrían aspirar? La mayoría de ellas no ha tenido otra ocupación que la política. El País titulaba: «Errejón dimite, el feminismo avanza». Por mucho que sigan intentando ocultar los desaguisados de la extrema izquierda aliada con el PSOE, dudo mucho que puedan detener su hundimiento.
Sumar tiene la solución, el remedio a la crisis en la que está sumida. Iniciarán un curso sobre violencias machistas para todos sus cargos públicos. No está claro si sólo para hombres o también incluirán a mujeres. Porque está claro que la violencia de mujeres sobre hombres no sería machista sino hembrista. No sé cómo se va a denominar la posible violencia de lesbianas sobre mujeres. O si no existe tal cosa. Sólo en las mentes calenturientas de los hombres. De lo único que estoy seguro es que el/la mejor profesor/a del curso debería ser, por supuesto, Íñigo Errejón, el que más se ha destacado en el discurso feminista, «el núcleo irradiador». Se le concedería así la posibilidad de reinsertarse en el movimiento liberador, del que ha sido uno de sus más brillantes líderes. Reinsertándose, ayudaría más si cabe, en la lucha final contra el patriarcado y el neoliberalismo. Errejón dimite, el feminismo avanza.
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