Opinión
E la nave va
La literatura le debe al periodismo el libro misceláneo. Son libros que no nacen con vocación de serlo, sino que se hacen reuniendo textos que no surgieron en principio como partes integrantes de un todo. Son libros, pues, que se hacen solos, pero no todos los libros construidos con un puñado de artículos previamente publicados en prensa mantienen o crean un espíritu común que los una y estructure en forma de obra en sí. Son libros caleidoscopio que parecen libros fragmentarios pero que la forma de ser -la forma de escribir- de su autor los convierte en unitarios.
O dicho de otro modo: no tanto los asuntos que tratan esos libros como la personalidad y el mundo de su autor, es lo que les da categoría de ‘verdad’. El paradigma sería una parte importante de la obra de Josep Pla, quien ante la edición de sus obras completas -más de cuarenta tomos- le gustaba decir aquello de que «yo no he escrito tantos libros, ha sido el señor Vergés -su editor- el que ha reunido mis papeles y los ha hecho, yo no». Y en su manera de decirlo estaba la evidencia enmascarada en la modestia impostada por el personaje. Pero leyendo cualquier libro de Pla -naciera como naciera- uno sabe que está leyendo la mejor literatura en prosa catalana del siglo XX. Porque Pla escribía en catalán, aunque estuviera escribiendo en castellano.
Las ciudades son un género y muchas veces están escritas de forma miscelánea. Palma ha tenido en sus periódicos buenos escritores que la han retratado día tras día, o semana tras semana, manteniéndola viva tanto en su espíritu como después en la memoria de las hemerotecas. Si pienso en la época que me ha tocado vivir he de citar los nombres de Gabriel Fuster Mayans -Gafim-, Juan Bonet -por cierto, ¿cuándo alguien se decidirá a reeditar su delicioso Entrevistario?-, Carlos Garrido, Climent Picornell y Eduardo Jordá desde su lejanía sevillana, son los que se me ocurren ahora y son los mismos que hubiera dicho hace diez o quince años.
Precisamente hace diez años, Climent Picornell publicó Palma, crònica sentimental y lo presenté en el auditorio de Sa Nostra. Picornell había publicado otros libros ajenos al mundo palmesano: desde libros más literarios como sus Jardins d’altri a libros sobre la Part forana -Apunts del Pla de Mallorca, o Mallorca profunda-, si puede llamársele así, o es que aún somos nietos de las Germanies, o de don José Maria Quadrado. Ahora Climent Picornell ha publicado sus Postals de Ciutat. Conversant per Palma, que complementa aquella autobiográfica Palma, crónica sentimental y presenta la ciudad como un cuerpo vivo por donde circulan las palabras, las lecturas, las músicas y los recuerdos de quienes la habitan. (Las fotografías de Jaume Gual, impecables).
Partiendo de una tertulia de amigos y sus conversaciones -la semilla de tantos artículos y páginas de Picornell en Última Hora- se va trazando el mapa orgánico de una memoria contemporánea de Palma y de su lugar en el mundo. Nada es historia aún -ni siquiera sabemos si lo será y no nos importa-, pero todo es vida. Y la lente a través de la que se filtra esa vida es la de quien, sin equivocarse en exceso, ha hecho lo que debía hacer y escribe desde un pequeño universo satisfecho que le ofrece una interpretación del mundo y de sí mismo. Hay páginas que me habría gustado escribirlas a mí -pienso ahora en Els hippies vells es moren com David Crosby- y entiendo eso como el mayor elogio de un escritor a otro.
Climent Picornell tiene 75 años y está jubilado de las aulas donde enseñó Geografía en la universidad. Cuando presenté su Palma, crónica sentimental, lo recordé detrás de la barra d’Es Gallet, en Atarazanas, y años después detrás de la barra d’Es Pou Bo, en Génova (aún no existía la UIB). Fueron dos bares importantes en mi vida y en la de tantos de mi generación. El único reproche de aquellos años que puedo hacerle a Climent es que la música era mucho mejor en el primero -Derek & The Domino’s o John Mayall, entre tantos otros que siempre serán los mejores-, que en el segundo, donde destacaba la devoción por Llach y su palinodia. Pero hay otro lugar donde Climent está fijado en mi memoria para siempre: el Born, paseando su aire George Harrison con chaquetón marinero, jersey de lana de Formentera, vaqueros, botos salmantinos y los periódicos bajo el brazo. Ahí, en esa imagen que caminaba hacia el Bar Bosch, ya estaba, aunque no lo supiéramos, uno de los cronistas contemporáneos de la ciudad que ha sido y que todavía sabemos ver bajo todo lo que la oculta.
Con esa ciudad al fondo, Picornell traza en el prólogo de Postals de Ciutat su retrato en la edad tardía y no hay autorretrato posible sin ironía: «De marxista freudià convençut travessant les runes del maig del seixanta-vuit a folklòric ploramiques a l’actualitat, tot passant per la militància macrobiótica i l’humanisme romàntic, un camí ple de sotracs resultat de viure una època interesant». Pues eso, que lo demás es Palma y literatura para disfrutarla(s).
Suscríbete para seguir leyendo
- La Armada intercepta al sur de Baleares al indetectable submarino ruso Novorossiysk, equipado con seis cañones lanza torpedos
- Detienen a una entrenadora deportiva en Palma por tener relaciones con un alumno suyo menor de edad
- La autora del cartel de Sant Sebastià denunciado por Abogados Cristianos: 'Quieren eliminar a las minorías
- Exclusiva Mamarazzis: Pep Guardiola y Cristina Serra se separan después de 30 años juntos
- Habla por primera vez la policía mallorquina infiltrada en movimientos independentistas: 'Te he beneficiado más que perjudicado
- Oportunidad de empleo en Mallorca: se necesitan 200 personas para trabajar con incorporación inmediata
- La patronal de alquiler turístico en Baleares, sobre las medidas de Pedro Sánchez: 'No ha construido vivienda social y culpa a las personas con patrimonio
- Heladas en Mallorca: estos son los municipios que han registrado temperaturas bajo cero