Opinión
Corta el cable rojo
Los hay que nacen más capacitados en la vida para cuestiones técnicas o mecánicas y los hay, como yo, que son unos auténticos negados. Hoy toca cambiar el rúter, toda una aventura.
La red de internet doméstica hacía tiempo que daba problemas: pequeños cortes y habitaciones sin señal suficiente. Hora era, pues, de modernizar el rúter. La compañía telefónica tenía una promoción. Solo existía un problema: había que instalárselo uno mismo.
Esta condición había frenado la renovación, más estábamos en septiembre, un mes propicio para liquidar tareas pendientes. La contratación del aparato no fue complicada. La increíble logística de la paquetería consiguió que el artilugio llegara a casa en 48 horas, mucho antes de la semana de demora anunciada por el comercial.
Como muchos novatos eché mano a los socorridos tutoriales de la red. Había varios vídeos, incluso alguno dirigido a argentinos. Un amable informático, con cara y aspecto de informático, explicaba en 45 segundos cómo se hacía la operación. Era coser y cantar, o así parecía.
No las tenía todas conmigo. Experiencias anteriores me aconsejaban no meterme en esos berenjenales, pero los vídeos (que vi varias veces y de los que tomé notas a mano) lo ponían tan fácil…
La cosa es que yo partía de dos antiguos rúters y de un tercer dispositivo para la televisión, un decodificador creo que era, o sigue siendo. Había una maraña de cables, sistemas de alimentación eléctrica y puertos, muchos puertos.
Siguiendo las instrucciones del guía virtual desenchufé los aparatos antiguos, no sin antes sacar multitud de fotos para ver cómo estaba articulado aquel puzle de conexiones, por si había que abortar la acción.
Puse el dispositivo nuevo. Juro que intenté meter cada cable en su lugar. El manual decía: «Corta el cable rojo, luego el cable azul, luego el cable amarillo…». Pero la bomba estalló: aquello no funcionaba.
Intenté revertir la derrota y reconectar el sistema viejo. Fracaso total.
De golpe y porrazo me quedé sin internet, televisión de pago y teléfono fijo. «¡Oh que sensación de orfandad!», «¡ya te lo decía yo!», me censuraba a mí mismo.
Esto era un viernes por la tarde. Pronto vi el panorama: todo el fin de semana aislado, adiós al fútbol televisado e imposibilidad de usar la red en el ordenador y la tableta.
Empezó entonces el calvario con la suministradora. Tuve que hablar con hasta tres agentes, a los que tuve que confesar mi inutilidad y mi angustia por el desastre causado. No obstante, el protocolo dice que, antes de cursar la orden de enviar un técnico, hay que intentar solventar la avería en remoto. Así que otra vez vuelta a la batalla, esta vez orientado, a distancia, por un operador. Nueva, y estrepitosa, goleada. Aquello no pitaba. Una lucecita roja alertaba de que no había señal de internet.
Por fin se apiadaron de mí y me informaron de que un especialista se pondría en contacto conmigo para acudir a mi casa, aunque el rescate ya sería más bien para el lunes. En el ínterin, generosos, aceptaron darme datos ilimitados para los móviles. Mi hijo, muy hábil, pergeñó una pequeña red de datos compartidos entre el móvil y el portátil. Nos quedamos menos incomunicados.
El sábado por la mañana, gracias a Dios, me llamó el operario. Estaba trabajando cerca de mi barrio y en una hora podía venir. El técnico solventó el desaguisado en un santiamén. El que sabe, sabe. Tenía que haber llamado antes a mi vecino José.
Suscríbete para seguir leyendo
- La Armada intercepta al sur de Baleares al indetectable submarino ruso Novorossiysk, equipado con seis cañones lanza torpedos
- Domingo Lamela: «Los guardias civiles no quieren venir a las islas por el coste de la vivienda y la carga de trabajo»
- Primera nevada del año en Mallorca
- Habla por primera vez la policía mallorquina infiltrada en movimientos independentistas: 'Te he beneficiado más que perjudicado
- La autora del cartel de Sant Sebastià denunciado por Abogados Cristianos: 'Quieren eliminar a las minorías
- Exclusiva Mamarazzis: Pep Guardiola y Cristina Serra se separan después de 30 años juntos
- Mariano Mas, director de Fundació Natura Parc: «La ley de Bienestar Animal provocó más abandonos y menos adopciones de perros»
- La muerte de otro niño de 7 años en una carrera de la que el motociclismo no quiere hablar: ¿merece la pena el riesgo?