Opinión | Tribuna

Macron se marcó un Sánchez, Sánchez quizás un Macron

Emmanuel Macron con Pedro Sanchez

Emmanuel Macron con Pedro Sanchez

Los partidos más díscolos del bloque de apoyo al gobierno se están gozando en votar con la oposición. PNV incluido. Aunque reconozcan que no hay mayoría alternativa, han disfrutado dando su apoyo a la oposición reconociendo al presunto ganador de las elecciones venezolanas. Un brindis al sol como el del parlamento europeo; todo, sin duda, depende de quién gane las elecciones norteamericanas.

Lo de Junts va de morir matando. Porque está bastante claro que la pernada del independentismo ha tocado a su fin. No es sostenible ir más allá de las exigencias ya pactadas. La amnistía, los de Puigdemont no se den cuenta, fue una decisión de trascendencia institucional, de las que se aplican cuando se pretende cerrar ciclos históricos. Los de Junts, al contrario del Estado, no han pasado página: dicen que quieren volverlo a hacer. Creen que el gobierno no puede prescindir de ellos y que no convocaría elecciones anticipadas. Les avanzo que se equivocan y que están sobredimensionando las ambiciones del presidente de gobierno para seguir en el poder.

Como es lógico unas elecciones anticipadas no se anuncian con antelación y, en todo caso, electoralmente se justifican si el relato es suficientemente potente como para poder ser arranque de campaña electoral. Cerrar el paso a la espiral cupista (la CUP fue responsable del inicio del Procés) de Junts y sus intentos de seguir forzar la política cabe dentro del relato viable. Tras el congreso federal del PSOE, en noviembre, y los congresos regionales, antes del verano, el socialismo estará preparado para acometer el otoño del año próximo con renovadas fortalezas.

Mientras, la agenda legislativa deberá apretarse para cerrar la legislatura con el grueso de las reformas «de regeneración» aprobadas. A las que habría que añadir la ley electoral que no es de orden menor, porque está detrás del porqué del desinterés y la abstención. Históricamente, los picos de participación se relacionan con momentos políticos de cambio y de ilusión del ciudadano con mayor presencia de opinión en la vida política real.

La participación media en las elecciones generales está por encima del 70 por ciento, y se supera ese porcentaje cuando la ciudadanía percibe la necesidad de un cambio de rumbo o un plus cualitativo en la emisión de su voto. Modernamente, tras la espectacular participación del 80 por ciento en 1982 (que dio la primera mayoría absoluta a Felipe González, tras el golpe del 23F), y la alta participación 1993 y 1996 (76,4 y 77,4 respectivamente, de las primeras elecciones de Aznar), la participación vuelve a subir al 75,7 y 73,9 por ciento, respectivamente (en 2004 y 2008) de Zapatero, tras la crisis de la guerra de Irak y el intento de manipulación informativa de los atentados de Atocha.

Ante una nueva convocatoria electoral el efecto «miedo a la ultraderecha» no parece que vuelva a repetirse cuando parece que la radicalidad se está normalizando en la Unión Europea; de momento respecto al grupo de Meloni.

Si el Presidente quiere tener el factor democratizador a favor habría tocar el tema electoral abriéndolo a mayor participación de los votantes; y eso se lograría desbloqueando las listas cerradas de las candidaturas al Congreso. La posibilidad de que el votante pueda alterar, con voto de preferencia, el orden establecido por las direcciones de los partidos incitaría a la participación porque el electorado comprobaría que puede elegir, dentro del partido de su simpatía ideológica, al político que mejor representa su modo de pensar.

Complementariamente, sería preciso reformar la ley de partidos para que se incluyera la obligación de reconocer las líneas críticas a la oficial y que, estas, tuvieran que estar representadas en las candidaturas al Congreso. Esa reforma, sin duda, dispararía la participación y el interés por la política.

Con esos tintes de cambio de reglas sustancial el panorama político cambiaría por completo y, un eventual coup de force, podría, y debería concluir con un adelanto electoral.

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