Opinión | Desde el siglo XX

Le Senne se queda ante el ridículo del PP y la torpeza de la izquierda

Llamativo lo sucedido ayer en el Parlamento balear, donde la extrema derecha de VOX fue capaz de adueñarse de la situación ante la decisión de los populares de salvar de la destitución al presidente de la Cámara autonómica

Le Senne, en el centro, rodeado por Xisco Cardona (izq.), diputado no adscrito, y Sergio Rodríguez (dcha.), parlamentario de Vox.

Le Senne, en el centro, rodeado por Xisco Cardona (izq.), diputado no adscrito, y Sergio Rodríguez (dcha.), parlamentario de Vox. / Guillem Bosch

Jugaba VOX con ventaja sabiendo que el PP de Marga Prohens no iba a permitir la remoción de Gabriel Le Senne. Y lo aprovechó a conciencia: la diputada de la extrema derecha, Manuela Cañadas, arremetió con violencia contra una izquierda que no supo aprovechar la insólita situación que se le presentaba: nunca, en cuarenta años, se había propuesto destituir al presidente del Parlamento. Sucedió ayer. Y los protagonistas del desaguisado dieron la talla de conocida inconsistencia. Mención aparte merece la presidenta Prohens, que asistió al vergonzoso episodio esbozando medias sonrisas, y, como acostumbra en situaciones peliagudas, sin abrir la boca. Lo hizo el portavoz del PP, Sebastián Sagreras (quién diantres elige en ese partido al más inepto para intervenir en las situaciones clave), que, en el turno de fijación de voto, pues en el debate se había el PP abstenido de intervenir para no engrosar el ridículo más de lo previsible, dijo, sin ruborizarse, que los pactos con VOX estaban liquidados (apuesten a que no es así) por lo que Le Senne tenía que dimitir. No lo hizo. No lo hará. Por supuesto. El PP es, se va viendo, preso de fenomenal incoherencia. Sagreras se hizo un lío (ninguna novedad) acabando por rogarle a Le Senne responsabilidad y buenos modales. Los diputados de Vox asistían complacidos al ridículo del portavoz de su socio: desde el primer momento conocían la oportunidad que le brindaba de embestir con todo a las izquierdas; se aplicó con esmero Manuela Cañadas.

Antes de entrar en lo que dijo la furibunda diputada de la extrema derecha anotemos la torpeza de los portavoces de la izquierda: tanto Yago Negueruela (PSOE) como el reverendo Apesteguía, líder de la beatífica congregación de Més (antes PSM) naufragaron, echaron por la borda la oportunidad que la sesión plenaria les brindaba. En sus primeras intervenciones se extraviaron parloteando divagaciones, afinaron algo más en las réplicas, pero en ningún momento supieron poner contra las cuerdas al PP. Objetivo fallido. Lo hizo Sagreras, sin querer, claro. ¿No hay nadie capaz de resucitar a PSOE y Més? Parece que no, de momento.

Y vayamos al triunfador de ayer, a Vox. Manuela Cañadas se quedó a gusto embistiendo con el arsenal de la extrema derecha al PSOE; dijo (simples esbozos), en línea con lo enunciado repetidas veces por Santiago Abascal, que Pedro Sánchez es un sátrapa, un dictador, el peor presidente en ochenta años, o sea, que le mejoran el general Franco y al almirante Carrero Blanco, conspicuos prebostes de la dictadura. Ahí es nada. Las izquierdas farfullaron su desacuerdo. Después, Cañadas, entró a saco contra la inmigración, los violadores, pederastas; leyó el currículo acostumbrado de la extrema derecha. Salió más que airosa, como salió Le Senne, que, revestido de tramposo lenguaje jurídico, afirmó que había actuado correctamente al arramblar con la foto de Aurora Picornell rasgándola en pedazos. Se olvidó de precisar que entró en propiedad ajena. Tampoco hizo mención al hecho de que está siendo investigado por un juez, que ya se verá dónde llega el asunto. No hay que albergar excesivas esperanzas dada la manifiesta proclividad de la Judicatura hacia ciertas matrices políticas. Aguardemos acontecimientos.

Mucho se esperaba de una sesión plenaria que ofreció muy poco, o mucho, según se mire: resulta que el PP de la señora Marga Prohens estableció por enésima vez que es rehén de la extrema derecha, que a ella está uncido, que a ella se debe en lo esencial. Gabriel Le Senne sigue. El presidente más indigno de cuantos ha tenido la Cámara autonómica. Dijo que no odia a nadie y que no es un fascista. No nos lo creemos.

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