Opinión | Una ibicenca fuera de Ibiza
Efecto llamada
«Sánchez habla de regularizaciones masivas y acude a los países de origen a alentar las salidas», protesta el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado
El presidente Pedro Sánchez se ha ido de viaje a África, concretamente a Mauritania, Gambia y Senegal, en busca de «acuerdos de inmigración ordenada y regular» como alternativa a las pateras. Una «migración circular», esto es, con contrato temporal y retorno. «La migración no es un problema, sino una necesidad que implica ciertos problemas». Pero también para la economía española es «riqueza, desarrollo y prosperidad». Porque antes que presidente, Sánchez es economista. Quien se presupone sabe más de números: el Banco de España, comparte punto de vista. En su último informe anual indicó que serán necesarios 24,67 millones de trabajadores migrantes en los próximos 30 años «para evitar el proceso de envejecimiento de la población y resolver los desajustes que podrían surgir en el mercado de trabajo español». Esto es, traducido al común del ciudadano: para sostener el sistema de pensiones.
Pero como Sánchez además de economista, es político, ha añadido en otra escala de su gira africana que «es imprescindible el retorno de quienes han llegado a España irregularmente», como «mensaje desincentivador, nítido y claro y contundente a las mafias y a quienes se ponen en sus manos». Eso, o la posibilidad de lucrarse dos veces a costa del mismo desgraciado —y de exponerlo a morir—.
También desde la política, pero en la oposición, han vuelto bronceados tras las semanas de asueto, con sus contundentes réplicas. El portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, quien el pasado julio reclamaba desplegar buques de la armada «que impidan la salida de cayucos de los países de origen», protestaba ahora: «Mientras Alemania e Italia hablan de deportaciones masivas, Sánchez habla de regularizaciones masivas y acude a los países de origen a alentar las salidas». Núñez Feijóo tachaba de «irresponsable alentar un efecto llamada en la peor crisis de migración irregular. En vez de ir a África a combatir las mafias, Sánchez promociona España como destino. Quien venga, contrato en origen y carta de cumplimiento de nuestras leyes». «Contrato en origen» que es, literalmente, lo que ha anunciado el presidente. En cuanto a la «crisis de migración irregular», quizá sea la peor desde que no es presidente porque no quiere, porque 86.010 inmigrantes contabilizados este año en toda la Unión Europea están a años luz del 1.046.336 de 2015.
Lo que sí fue un anuncio de «España como destino» fue una medida aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2013: las denominadas ‘visas de oro’ o ‘golden visa’ que otorgaban residencia legal en España a todos aquellos ‘inversores’ y sus familiares que adquirieran un inmueble por un mínimo de 500.000 euros y que sí triplicaron los solicitantes entre 2021 y 2023. Hasta su retirada por el actual Ejecutivo este año, se habían concedido cerca de 15.000. En ocasiones, más que cuestionables, pues la norma establecía que si una solicitud no se resolvía en 20 días, se consideraba aprobada por silencio administrativo. Un chollo para el blanqueo de capitales y un puente de plata para quien escapaba de la justicia en su país de origen. Esto sí: mafias, que además de lo que pudieran o no esconder, aportaron su granito de plomo a que los precios de la vivienda se disparen.
Pero también debemos a Rajoy la expresión «efecto llamada». Acusaba en 2006 al entonces presidente, Rodríguez Zapatero, de que la llegada de inmigrantes a las costas canarias se debía al «efecto llamada» que había tenido la última regularización extraordinaria llevada a cabo por el Gobierno. Le respondía quien era ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera: «No es un efecto llamada, sino un efecto huida». «La desigualdad está en el origen de la inmigración. Un suizo tiene la misma renta que 454 etíopes».
Será que, en definitiva, importan los números, pero yo, que soy de letras echo en falta algo menos práctico, más humano... La Organización Internacional para las Migraciones define ‘migrante’ como «toda persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanente, y por diversas razones». Con 500.000 en la cartera, por ejemplo. En cambio ‘refugiado’ es quien «huye de su país a causa de la guerra, la persecución o la violación de derechos humanos que pone su vida en peligro y requieren protección internacional», y a esos, ¡ay, amigo!, no hay acuerdo que los detenga...
Porque mientras el mundo mira las terribles guerras de Ucrania y Gaza, África es un polvorín. Además de la miseria, la sequía, los saqueos… se calcula que hay actualmente 25 conflictos y guerras activos. La de Yemen continúa siendo la mayor crisis humana del mundo, con más de 4,5 millones de desplazados por los combates de una coalición encabezada por Arabia Saudí a quien España vendió solo el año pasado ‘material de defensa’ por valor de 279,4 millones.
¡Es África la que nos llama a gritos! Pero nadie contesta.
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