Opinión

Abordaje mortal en aguas de Cala Bona

La Guardia Civil, durante la inspección en el puente del yate La luna, el pasado sábado en Porto Cristo.

La Guardia Civil, durante la inspección en el puente del yate La luna, el pasado sábado en Porto Cristo. / BIEL CAPÓ

El accidente en el que perdió la vida el joven Guillem Comamala en Cala Bona, al ser arrollado el pequeño bote en el que pescaba calamares en las inmediaciones de Cap Pinar por un yate de bandera alemana, ha conmocionado esta semana a la sociedad mallorquina. Y ha vuelto a poner de relieve los riesgos de la navegación cuando no se observan las reglas y recomendaciones básicas de seguridad en el mar.

Dennis Viehof, el patrón del yate imputado por homicidio involuntarioomisión del deber de socorro, decidió pasar el día en Cala Agulla, donde testigos grabaron un vídeo de la embarcación fondeada. El mismo documento lo registra a él o uno de sus acompañantes hostigando con la embarcación auxiliar del yate a una pequeña neumática, a velocidad inadecuada, en una zona con bañistas.

El yate que embistió y mató a Guillem Comamala en Cala Bona acosó en Cala Agulla a otra embarcación

El patrón reconoció posteriormente a los investigadores que él y sus acompañantes consumieron bebidas alcohólicas durante aquella jornada, aunque después intentó matizarlo diciendo que «no iban borrachos». El mismo patrón decide levar anclas y poner rumbo a Porto Cristo de noche, no antes de la puesta de sol para evitar riesgos y gozar de mayor visibilidad, en una noche cerrada con luna decreciente en su última fase que no salió hasta 22.38, una hora después del abordaje.

Desde Cala Agulla tampoco pone rumbo directo a Porto Cristo, lo que le hubiera alejado algo más de la costa. Navega costeando de noche entrando en la bahía de Son Servera. Y lo hace a una velocidad superior a su capacidad de reacción. Cuando golpea el bote de Guillem Comamala, que cuenta con linternas a bordo pero no con una luz todo horizonte, le arranca de cuajo el motor fueraborda y provoca la muerte del joven. Pero dice a los investigadores que no se da cuenta y sigue su rumbo. Un buque de 20 metros golpea a uno de cinco y no advierte ni el sonido del impacto ni una pequeña desviación en el rumbo. Pero esa ya no era la respuesta de un patrón atento a la navegación, sino a su defensa legal. 

Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Son Servera inspeccionan la pequeña barca con el fallecido.

Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Son Servera inspeccionan la pequeña barca con el fallecido. / BIEL CAPÓ

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents