Opinión | Desde el siglo XX

Marga Prohens: no sabe, no contesta, no le compete

Lo de la presidenta de la Comunidad Autónoma balear es escapismo superlativo: las cuestiones susceptibles de generar problemas nunca dependen de ella, no le corresponde solventarlas; si lo ha de hacer, se mece en monacal silencio

Marga Prohens

Marga Prohens / B. RAMON

Marga Prohens, en su primer año gobernando (un suponer) la Comunidad Autónoma balear, exhibe depurado (es necesario reconocerlo) maratón de escaqueos. Sucede que cuando ha emergido materia peliaguda, problema serio, cuestión enrevesada no es ella la que ha de tomar cartas en el asunto; son otras administraciones las que han de pringar. Ella, la presidenta, está para menesteres ignotos. ¿Cuáles? No hay respuesta. Deben de hallarse en vedadas regiones del espacio exterior. En el Consulado del Mar, sede de la presidencia, espléndido edificio que se asoma al Paseo de Sagrera, que en otros tiempos albergó la Jefatura Provincial del Movimiento (partido único de la dictadura franquista), no se toman en consideración menudencias propias de la diaria gestión. Atendamos a ejemplos recientes: ¿qué hacer con Gabriel Le Senne? Corresponde dilucidarlo a los grupos parlamentarios. La señora Prohens nada tiene que decir sobre el voto que el próximo martes evacuará en la Cámara legislativa el Grupo Popular, decisivo para la continuidad del neofascista que la preside. Prosigamos, agroturismo del alcalde de Santa Margalida: corresponde al Consell, que allí se las apañen. Más ejemplos: masificación. Hay una mesa de entidades que es la que ha de dar con alternativas capaces de revertir lo que puede llevarse por delante la primordial industria de las Islas. Prohens, silente. Eso sí, la amnistía urbanística; aquí, vaya por Dios, sí se ha enfangado, lo ha hecho para legalizar lo que nunca debería legalizarse, para establecer grosero agravio comparativo con quienes en todo momento se han sujetado a la legalidad. Hay más, disparadas las dietas para los altos cargos del Gobierno balear. Prohens no se pronuncia, es bagatela, lo hace una de sus portavoces, la consejera de la Presidencia y Administraciones Públicas, la sonriente (al menos en la foto) Antonia María Estarellas, para considerar, aduce, que no es «determinante» haber soltado la pasta gansa a los propios. Contratación del agresor sexual íntimo amigo del vicepresidente Antoni Costa, que sabía (recalquémoslo otra vez) de su fechoría. Se le ha indemnizado por el inevitable despido al conocerse la barrabasada de haberlo contratado. Prohens ni habló de destituir a su vicepresidente, que era, es, moralmente obligado dado que él se negó y se niega a dimitir. La que sí lo hizo fue la consejera de la Vivienda, Marta Vidal, después de cobrar 7.000 mil euros de honorarios en empresas públicas. Se marchó con la sonrisa dibujada en sus labios, como su compañera Estarellas. No era para menos, francamente.

Dicen los Evangelios que por sus obras los conoceréis. Con la presidenta Prohens es harto difícil, porque no las hay en su primer año de mandato. Bueno, sí, la mencionada amnistía urbanística. Concedamos que no es suficiente, o sí, para definir una gestión. Ha transcurrido el primer año triunfal del cuatrienio de la presidenta. Le negocian nuevo pacto subterráneo con la extrema derecha de Vox o con los idoios, los diputados tránsfugas. Digo se lo negocian: ella, conste, no sabe, no contesta, no le compete.

Y a todo ello, la oposición, el desmadejado PSOE de la señora Armengol, trasunto de la señora Prohens, y, en menor medida, la beatífica congregación de Més (antes PSM) pastoreada por el reverendo Apesteguia, no está, por lo tanto no se entera, evidentemente no le compete.

Acotación previsible.- Con el otoño, tras año y medio largo de retraso, se inaugurará la nueva Plaza de España. La chapucilla, la cosa no ha dado para más, no cambiará lo que vamos viendo: patinetes y bicicletas haciendo lo que les viene en gana. Hasta que rompan la crisma a alguien.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents