Conviene resaltar, ante la disolvente ofensiva en marcha, que hoy y mañana el Congreso de los Diputados hará lo que establece la Constitución, que es investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno. Es obviedad, por supuesto, pero en los tiempos que corren hay que precisar las cosas, como lo es que los diputados que lo votarán, la mayoría absoluta, son el resultado de las elecciones del 23 de julio. Sánchez no ha sido en ningún momento, ni lo será mañana, presidente ilegítimo, tampoco golpista y traidor. Que le llamen lo que antecede, además de autócrata, hijo de puta y hasta asesino, como se ha vociferado los últimos días, es la consecuencia de la general desbarrada en la que se ha abocado a las Españas, no tanto por la amnistía, sino por el hecho de que el PP se dio de bruces con un resultado electoral que le vedaba el acceso a La Moncloa. Ahí radica la raíz de lo que sucede: las derechas, que después de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, en las que PP-Vox coparon ayuntamientos y gobiernos regionales, daban por hecho la conquista de todo el poder reduciendo a escombros al PSOE, ven, impotentes, cómo Sánchez urde complicado y posiblemente inestable pacto con las otras izquierdas, con los independentistas de derecha e izquierda en Cataluña y País Vasco, que nunca respaldarán al PP mientras esté uncido a Vox. Ese es el drama del PP de Núñez Feijóo. Lo que desquicia a la derecha política, económica y mediática. Feijóo se aferra a la cantinela de que ha ganado las elecciones. Falso: ha llegado el primero; las gana quien obtiene la mayoría en el Congreso. En esas estamos.
Pacto con Puigdemont, con Junts, y amnistía. Sánchez afirma que ha hecho de la necesidad virtud. Requería del voto de sus siete diputados y los ha obtenido a cambio de la amnistía, además de un confuso pacto político que ha posibilitado a las derechas recrudecer la guerra contra el hoy todavía presidente en funciones, que sigue siendo para ellas el «mayor felón» de la historia de España. Algunos, en la hipérbole desatada, lo sitúan en la cúspide, por encima de quien se llevó para siempre el adjetivo hoy en boga: Fernando VII, el peor de los Borbones. ¿Hay proyecto político más allá de la amnistía? No es poca cosa que los independentistas catalanes hayan retornado al redil constitucional, aunque enfáticamente lo nieguen. Pero Sánchez está obligado, y lo debe de hacer hoy, a ofrecer múltiples explicaciones: las razones de lo que ha hecho y por qué lo hace. Es imprescindible. Hay socialistas (dejemos en el apeadero de la historia, donde ya está, a Felipe González) que no entienden, no aceptan la amnistía, el pacto con los independentistas. A ellos se ha de dirigir, y, claro, a la ciudadanía española, que aguarda los argumentos del secretario general del PSOE. Las derechas no se los aceptarán, diga lo que diga. El PP encastillado en que, ganador de las elecciones, le corresponde gobernar; en su defecto, que hay que volver a ir a votar. Se supone que hasta que salga de las urnas la mayoría de PP-Vox que Feijóo requiere para ser presidente del Gobierno. Por ahí no irá a ninguna parte. Le invadirá la melancolía. Los poderes del denominado «Estado profundo», Judicatura, cuerpos policiales, Guardia Civil, altos funcionarios del Estado, a regañadientes, tendrán que acatar la legalidad, empezando por la renovación del Consejo General del Poder Judicial, donde, ahí sí, se está dando flagrante violación de la Constitución, porque el PP, las derechas, quieren seguir controlándolo, al tiempo que acusan al PSOE de haber «colonizado» el Tribunal Constitucional. Que hubiera en él un presidente con carné del PP es menudencia. Fenomenal batalla política la que se está dilucidando.
Acotación remunerada.- Sebastián Sagreras, portavoz del PP, integrante del convoluto de Campos que controla el partido, dice que el contexto económico favorable da pie a que se suban el sueldo el 7,5%. Idoia Ribas, portavoz de Vox, lo justifica en que se sigue por debajo de la media nacional. Su despacho profesional es intocable. Por sus obras los conoceréis. El cinismo se da por supuesto.