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Pedro De Silva

Agosto, el vacío repleto

Conozco personas especialmente laboriosas a las que la llegada de agosto les aterra, como si fuera un abismo. ¿De qué terror se trata? Del famoso horror vacui, sin duda, el horror al vacío. Toda vida es difícil de llevar, pero cuando se encuentra entablillada de obligaciones y deberes ineludibles se hace más soportable: no hay tiempo para pensar en lo otro, o sea, en sus amenazas. Aunque agosto ya no sea lo que era, y anticipos en julio o estirones en septiembre, más la presencia del fútbol, reduzcan el abismal escalón, el vacío de agosto, fuera y dentro de nuestra mente, atrae las amenazas de marras. Por eso nos ponemos a agendarlo a toda prisa, llenándolo de encuentros, fiestecitas, ocios obligatorios, lecturas autoimpuestas, rellenando con todos esos escombros su vacío. Una vez colmatada la agenda, respiramos y nos ponemos a ello, fingiendo disfrutar del llamado merecido descanso.

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