Mirando atrás

Àlex Volney

Àlex Volney

En el verano de 1923 una gran oleada de calor azotaba la península. El 9 de agosto, un guardia del Retiro murió de insolación. Todo indica, un siglo más tarde, que la culpa va a terminar siendo del vanguardista Pedro Sánchez. Era el mismo verano de hace cien años y de una velada titulada El corazón con barba dirigida por Tristan Tzara. Ese día Man Ray estrenaba su película Regreso a la razón, se visualizaba la ruptura del Dadaísmo con el Surrealismo. Tuvo que intervenir la policía durante la proyección. Se acabó imponiendo el surrealismo. Hoy la industria del cine regala las palomitas. El mismo verano moría Joaquín Sorolla, que había empezado con temáticas sociales y acabaría fascinado por la luz. Ni tema, ni forma: el mar y su luz rigen sus lienzos. Muere al mismo tiempo que aparece la Revista de Occidente dirigida por José Ortega y Gasset. Ese verano, un grupo de soldados que debía embarcar para Melilla se revuelve y con disparos cruzados hiere a un suboficial que les hacía frente. Son reducidos inmediatamente pero el mando muere. El mismo verano se había constituido la comisión parlamentaria encargada de investigar las responsabilidades de los desastres de Marruecos. Acabará la ola de calor con un Directorio militar de Miguel Primo de Rivera que culpa a «los profesionales de la política». El poder pasa, de facto, a los militares. Se hace realidad el golpe de estado militar. Sí, hace justo cien años. No somos nadie… o sí. El 11 de septiembre la policía cargará, en Barcelona, contra «los separatistas» en la conmemoración de la Diada. El 18 del mismo mes no aparecerá ningún periódico en Nueva York, la huelga de los obreros gráficos lo va a impedir. Al día siguiente en España un real decreto prohíbe «el separatismo». Se va a terminar el mes de septiembre con la disolución de todos los ayuntamientos del país. A final de año fracasará el putsch promovido por Hitler, pero sus fuerzas paramilitares no van a perder peso y van a seguir activas. Las democracias se tambalean. Se acabará el año consolidando la dictadura con el beneplácito de Alfonso XIII. Parece ser que quedaban «solo» tres problemas por resolver: Tánger no dudan que «se va a arreglar pronto» entre España, Francia y Reino Unido. Marruecos, que va a necesitar de «el entendimiento con los franceses» y «el complicado problema de Cataluña» que junta «un movimiento obrero más organizado con una conciencia nacional más exacerbada». Primo de Rivera distingue notablemente entre «el regionalismo pacífico y dialogante», la burguesía, y «el separatismo irracional» las gentes, el pueblo. Pronto se van a dar cuenta que «el problema» número tres va a continuar.

En Gran Bretaña los laboristas vencen a los conservadores. El fantasma de la inflación que era un supuesto en los libros de economía se recuerda hoy como la primera parte de la pesadilla en Alemania seguida de una segunda parte mucho peor. Dos años más tarde Hitler va a salir en libertad y se va a reorganizar y en poco tiempo fundar un cuerpo paramilitar de élite que no llevará nombre de músico todavía. Las SS van a ser la guardia personal de Hitler incluso para los mítines del partido. En un año las tropas inglesas y belgas se van a retirar de Colonia. Ese mismo día van a comenzar las celebraciones y las fiestas. Adolf Hitler se irá reafirmando como nuevo líder nacionalsocialista. La duquesa de Sajonia-Anhalt le va a ir pagando un sobresueldo de unos 1500 marcos alemanes al mes, mientras se va oponiendo a las medidas antiaristocráticas y eso que tampoco tenía pene. Ese negocio empieza a rular de lo lindo y es solo el comienzo. Las patrias en Europa se irán erigiendo como uno de los negocios más redondos hasta nuestros días. Pronto comenzará la segunda parte de la guerra civil europea y el más preciado combustible para la misma, cómo no, va a ser la automáticamente revalorizada sangre del prójimo y nadie va a atreverse a decepcionar a los suyos.

Todo ese órdago se pararía en 1945. Ese orden emergente que desde entonces ha regulado más o menos de forma global las políticas exteriores e interiores, en cierto modo, en muchos estados del conocido como mundo occidental lleva ya unos años diluyéndose como un azucarillo de los de antes. Las fuerzas iliberales, o directamente neofascistas, siguen impunemente su expansión. Enhorabuena a los nostálgicos. Por orden cronológico y un poco más tarde, como se va sabiendo y confirmando ya estos últimos días, finalmente, parece ser que Kennedy sería también víctima de un sanchista avant la lettre. Se veía de lejos.

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