Editorial | La misión del president del Parlament

Gabriel Le Senne.

Gabriel Le Senne. / B.RAMON

Editorial

Editorial

Con la constitución del Parlament, el pasado martes, arranca una nueva legislatura que se vislumbra clave y sobre todo distinta con respecto a la anterior, porque supone un vuelco político sustancial y ya desde el primer momento, deja patente un entente, todavía no consolidado en todos sus extremos, entre el PP y Vox.

La Cámara ha elegido como presidente a Gabriel Le Senne Blanes, un hombre que ha accedido al escaño autonómico en el último momento, una vez que el cabeza de lista de su partido, Vox, ha renunciado para poder liderar la candidatura de la formación en las elecciones generales del 23 de julio. Le Senne es su sustituto. Ya en sus primeras declaraciones, el nuevo president del Parlament se ha significado por su ideología de marcado signo ultraconservador y en muchos aspectos negacionista con respecto a la, por desgracia, incuestionable violencia de género o el cambio climático. Aún reconociendo la cooficialidad del castellano y el catalán, ha obviado la condición de lengua propia de la segunda y ha sorprendido mostrándose partidario de devolver algunas competencias autonómicas al Estado «porque de este modo se gestionarán mejor». Es un planteamiento que ha provocado cierto malestar en algunos sectores del PP y que puede generar franca contradicción con las función que ahora ocupa este abogado y economista que ha irrumpido en la vida pública de Balears como segunda autoridad de la Comunidad.

En efecto, Gabriel Le Senne, como president del Parlament, asume la función de representar a estas islas con un cargo que, por mandato estatutario, se sitúa inmediatamente después de la presidencia del Govern. Pero la misión de Le Senne no es ejecutiva, es marcadamente institucional, y no por ello menos importante, de árbitro y moderador capaz de garantizar la pluralidad y la participación. Sus posiciones políticas personales deben ser delegadas en el portavoz del grupo parlamentario de Vox. Es fundamental que lo tenga en cuenta para asegurar el buen funcionamiento de la Cámara autonómica.

Le Senne tiene su primera prueba de fuego institucional en la semana que empieza. Deberá evacuar consultas con todos los grupos parlamentarios antes de proponer a la Cámara una candidata para presidir el Govern. A partir de ahí dará la justa medida de su verdadero talante e intención y, si acierta, podrá desprenderse de un pasado marcado por un ideario demasiado negacionista y en algunos casos excluyentes.

Todo apunta a que se cerrará un acuerdo entre PP y Vox con un gobierno en minoría del primero y en el que, según las pautas que se están marcando, Vox se asegurará el cumplimiento de algunos de sus criterios fundamentales. En estas condiciones, la legislatura no será fácil. En consecuencia, el papel regulador y moderador de Le Senne adquiere un papel trascendente del que dependerá en buena parte la normalización de la actividad política a partir del mandato emanado de las urnas el pasado 28 de mayo. Gabriel Le-Senne se merece un voto de confianza pero debe ser plenamente consciente y saber estar a la altura de la misión que se le ha encomendado.

Tracking Pixel Contents