Escrito sin red

Sánchez derrotó al PSOE

Ramón Aguiló

Ramón Aguiló

Dijimos la pasada semana que era evidente que la sobreexposición de Sánchez perjudicaba a las candidaturas del PSOE. No se comprendía que se sumara de forma entusiasta a la estrategia de Feijóo de convertir las elecciones territoriales en un plebiscito sobre su persona, de convertirlas en la moción de censura que no se había atrevido a presentar. Que su protagonismo iba en sentido contrario a los intereses del PSOE. Especulábamos con la idea de que su delirio narcisista, inscrito en su manual de resistencia, el que le permitía sobreponerse al trauma de ser destituido de su cargo de secretario general del PSOE, derrotar a sus adversarios y hacerse con la presidencia del Gobierno, estaba en el origen de una conducta suicida para su partido. Por eso titulamos «Sánchez contra el PSOE». El resultado ha sido un desastre para el PSOE y para sus colegas de Gobierno. Sánchez ha propiciado el éxito de la censura reclamada por Feijóo. Unidas Podemos ha sufrido un descalabro en toda España, y en Madrid y la comunidad valenciana ni siquiera ha tenido representación en sus asambleas; en Balears y el ayuntamiento de Palma se han quedado con un solo representante. De sus aliados parlamentarios, sólo se ha visto beneficiado EH Bildu, mientras ERC, Compromís, En Comú, el PRC de Revilla, se han visto castigados. Se han perdido las comunidades gobernadas por socialistas en Valencia, Balears, Aragón, Extremadura, La Rioja, y ciudades emblemáticas como Sevilla, Valencia, Zaragoza, Palma y Valladolid. Ha sido una derrota sin paliativos, con la única excepción de la resistencia de Page en Castilla La Mancha.

Aventuremos una interpretación sobre lo sucedido. El único superviviente, por los pelos, de la «ola azul» ha sido precisamente el líder territorial más crítico con las iniciativas de Sánchez, en especial de sus alianzas políticas, que ha obtenido el 45% de los votos, aunque perdiendo 2 diputados. De los otros dirigentes, los menos críticos, como Puig o Lambán no alcanzan a sumar la mayoría con sus aliados y tampoco los más fieles a Sánchez, como Fernández Vara, que ha perdido 6 escaños y Armengol uno, con un porcentaje de votos (26%) inferior a la media del PSOE. Han sido fuertemente castigados, lo que invita a colegir que cuanta más cercanía a Sánchez más castigo. La distribución de los votos indica que la mayoría de los antiguos votantes de Ciudadanos se ha inclinado por votar al PP, y al redistribuirse el voto del centro y la derecha entre dos partidos (PP y Vox) en lugar de tres (PP, Vox y CS) se ven favorecidos por la ley d’ Hont, que aumenta su representación. El derrumbe de Unidas Podemos indica que una parte de sus votos se ha dirigido a la abstención mientras que otra puede haberse inclinado por el PSOE, lo que explicaría que la derrota del PSOE frente al PP haya sido sólo de poco más de tres puntos.

Conjeturemos la perplejidad de los barones socialistas al comprobar cómo, en lugar de ser los logros de su gestión el objeto de la campaña socialista, los medios de comunicación sólo reflejaban a Sánchez prometiendo el oro y el moro. Lo dijimos antes, el narcisismo de Sánchez le impide asimilar el rechazo que genera. La conclusión más plausible de lo sucedido es que la derrota en el cómputo total de votos por sólo tres puntos porcentuales respecto al PP, se explica por una generalizada aceptación de la gestión territorial, un suelo electoral bastante firme del PSOE, que puede hundirse cuando sólo se juzgue la gestión de Sánchez. Que una candidata protagonista de la colonización de la administración por los partidos, en ese caso del PP, enchufada en el ayuntamiento de Palma y en proceso de estabilización como fija, según Diario de Mallorca, a través de un fraude de ley, una persona que vive de la política, con una capacidad política no muy acreditada, haya sacado 8 diputados de ventaja a una Armengol experta en el combate político y de dos mandatos como presidenta de la comunidad, se explica por la política lingüística en la administración, la educación y la sanidad; pero sobre todo por el voto contra Sánchez.

Analicemos la convocatoria electoral para el 23 de julio. Tras la derrota del PSOE, la convocatoria de elecciones anticipadas es, desde el punto de vista democrático, del todo punto correcta. Hacerlo en plenas vacaciones, pudiendo hacerlo en setiembre es otra treta inicua para bajar la participación y favorecer a Sánchez. Las formas retratan al autócrata. La decisión la toman tres personas en la madrugada del lunes, él y sus dos fontaneros de confianza, Óscar López y Antonio Hernando. Ni ejecutiva del PSOE ni previa deliberación del consejo de ministros, como manda el art. 115 de la C.E., toda una demostración de cesarismo. Acostumbrados a los golpes de efecto y mentiras de Sánchez, es plausible la idea de que adopta esa decisión a los efectos de enmascarar otras intenciones del personaje. Adelantar las elecciones le permite esquivar seis meses de agonía al frente del Gobierno. Por una parte, arrincona a sus socios de Gobierno dándoles un plazo muy limitado para presentar una coalición electoral entre Sumar, Podemos, En Comú y Compromís; aspira a hacerse con una parte del botín. Tras los resultados, algunos de sus aliados, como ERC, han iniciado el desmarque cuando pasan de ser el partido más votado en Barcelona a verse relegados a la cuarta posición, frente a Trias, que ha ganado las elecciones, el PSC y Ada Colau. Las elecciones en diciembre habrían posibilitado la aparición de crítica interna en el PSOE; ahora, exigirá y obtendrá unanimidad. Ha derrotado al PSOE; ahora lo rematará y tocará a rebato contra la reacción y el populismo, ése que tan bien le identifica a él, puro populismo bolivariano. El barro es su terreno. Ya se asoman el 11M, los hilillos de Rajoy, Bárcenas y hasta el dóberman de González, mientras que su extraordinaria gestión en defensa de los más débiles será un hito en la historia española. De forma inmediata se ha dispuesto a camuflar su más que electoralmente tóxica relación con EH Bildu con la escenificación de un posible acuerdo con UPN en Navarra, para pasmo de Otegi: «¡hemos estado cuatro años trabajando juntos!» Ortúzar se lamenta de ser tratado como un kleenex. Pues qué esperaban. Sánchez traiciona a todo el mundo, empezando por sus votantes. Así nos va. Algunos, pocos, lo previmos desde el principio, en 2014. Se acaba el tiempo. Alea jacta est.

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