La suerte de besar

La nube de los flirteos

Según una estadística de una plataforma de encuentros extraconyugales, las personas entre 45 y 54 años son las más promiscuas y la tendencia femenina va en aumento. Igual que los ‘affaires’ en la nube

La nube de los flirteos

La nube de los flirteos / Ingimage

Mercè Marrero Fuster

Mercè Marrero Fuster

La cosa empezó de forma casual. En una reunión, ella bostezó y, minutos después, le llegó una alerta a su móvil. «Veo que mi presentación te ha aburrido. Lo seguiré intentando hasta que acabes interesándote en mí», él ya no estaba en línea y el mensaje tenía el doble check azul. A ella le sudaron las manos y le miró. Él continuaba con la mirada en el ordenador y la ignoró durante toda la jornada. ¿Qué había sido eso? ¿Estaba ligando? No podía ser, no estaba en el mercado, no se sentía sexi, jamás se había fijado demasiado en él y tampoco coincidían tanto. Decidió no contestar, pero por la noche, tirada en el sofá y aburrida de zapear canales arriba y abajo, pensó que debía decirle algo. Escribió, borró y volvió a escribir hasta que, veinte minutos más tarde, envió: «Pues tendrás que esforzarte un poco más». Dos segundos después, él respondió: «No me da miedo. Me apetece». Las manos le volvieron a sudar. Borró toda la conversación y se metió en la cama sin hacer ruido para no despertar a su marido. La rueda de la seducción había empezado a girar y, una vez que arranca, no hay quien la pare.

Estuvieron con el toma y daca durante varios meses. Nunca se fueron a un hotel, tampoco se dieron el lote dentro de un coche, ni vivieron un encuentro apasionado en la oficina. Fue un coqueteo que transcurrió en un entorno virtual y, poco a poco, fueron encontrando su lenguaje común y particular. Había códigos invisibles en las fotos que compartían de Instagram, en los hashtags, intimaban gracias a comunicaciones privadas en redes sociales, mantenían la complicidad a través de WhatsApp y otros canales, con conversaciones y calentones de madrugada. A ella no le apetecía llegar más lejos, no quería que su marido sospechara y tampoco tenía mucho tiempo: trabajo, hijos, padres mayores. Conciliar todos los frentes era un encaje de bolillos. Él sí lo habría hecho, pero se conformó con el flirteo. Y como todo lo que sube acaba bajando, un día, simplemente, se acabó. Sin traumas ni malos rollos.

Según una estadística de una plataforma de encuentros extraconyugales, el 42% de los hombres y el 31% de las mujeres de este país son infieles y la tendencia femenina va en aumento. Las personas entre 25 y 34 años son las que menos se plantean poner los cuernos. Normal. A esa edad, el amor dura para siempre. Los que tienen entre 45 y 54 son los más promiscuos. Será porque la madurez enseña que, salvo excepciones, no todas las historias acaban con un «vivieron felices y comieron perdices». El 56% de los hombres y el 24% de las mujeres de esa franja están satisfechos con su pareja y, a pesar de ello, mantienen relaciones esporádicas con otras personas. El estudio concluía que los idilios digitales están en boga. No hay que desplazarse, ni esforzarse demasiado, ni gestionar conflictos y es fácil disimular. Es la perita en dulce del amor.

Ella no cree haber sido infiel. No llegó a acostarse con él. Su relación está en algún lugar por ahí, almacenada entre millones de datos de millones de personas. En esa nube de amores y de escarceos que sobrevuela nuestras cabezas y nuestra cotidianeidad.

Suscríbete para seguir leyendo