Recesión con ‘r’ minúscula

Rosa María Sánchez

Rosa María Sánchez

El semanario The Economist construyó el llamado R-word index (índice de la palabra R) como una manera indirecta de medir el grado de pesimismo (u optimismo) de los agentes económicos a partir del número de veces que aparece la palabra recession (recesión) en las páginas de los diarios The New York Times y The Washington Post cada trimestre. Lo llamó R-word para evitar en lo posible mencionar la palabra innombrable, que tan solo ser citada es motivo de alarma y preocupación (tanto que un asesor del expresidente James Carter optó de forma jocosa por decir banana en lugar de recesión).

La palabra que empieza por r ha vuelto en los últimos días a las páginas económicas de los diarios después de la caída del producto interior bruto (PIB) de Alemania en el cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023. También ha vuelto porque la Reserva Federal de Estados Unidos pronostica ahora una «recesión suave» en la segunda mitad del año para la economía estadounidense. Además, aunque el FMI ha dicho en los últimos días que, en contra de lo que pronosticó en abril, el Reino Unido no entrará en recesión en 2023, aún existe mucha incertidumbre sobre los efectos que podrá causar sobre la economía británica la subida de tipos para frenar una inflación que en abril aún era del 8,7% (el 7% en la eurozona). El canciller británico de Hacienda ha expresado que apoya la política de su banco central, incluso si llegara a producirse una recesión.

La palabra R ha vuelto a las informaciones económicas, pero hay que admitir que, en todo caso y al menos por ahora, se habla de una r minúscula. El Bundesbank prevé que la recesión técnica de Alemania dará paso a una mejora de la economía en primavera y, aunque el FMI apunta a un crecimiento alrededor de la línea cero para el conjunto del año, se espera que la economía germana esquive al final los números rojos. La r que espera el Sistema de la Reserva Federal (FED) para Estados Unidos también es minúscula y transitoria. Y para el resto de economías europeas, como la española, se espera que todo se quede en la letra d, de desaceleración, y que incluso esta inicial también sea en minúsculas.

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